Introducción

 Rosendo García-Ramos y Bretillard nació en 1835, en plena Guerra Carlista; batalla por la sucesión monárquica, que los canarios veían como un asunto lejano, pues las islas andaban más ocupadas en luchar contra el hambre y las epidemias, que en matarse por decidir quién regiría los destinos de España.


 Rosendo creció como hijo único, en un ambiente acomodado que, lejos de convertirlo en un burgués ocioso, hizo que se instruyese de manera autodidacta. De su padre heredó su gusto por la historia y sus inquietudes políticas, pues ambos fueron regidores del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.


 Fue un entusiasta del conocimiento, un inquieto investigador, que convirtió sus aficiones en verdaderas pasiones. Su interés por la Historia, lo llevó a ser miembro de la Real Academia de la misma. Su dedicación a la Antropología, la Paleontología y la Arqueología hizo que lo nombraran corresponsal titular del Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Recorrió en diversas ocasiones el viejo continente, adquiriendo con ello todo tipo de enseñanzas entre las que se encontraban el dominio de varios idiomas. Su lugar de referencia fue París, tal vez su ascendencia francesa tirara de él, y en Versalles, ciudad natal de sus abuelos maternos, buscaría si acaso algunas de sus raíces. Aquellos, eran viajes de larga duración, tanto que tenía reservado un palco a su nombre en el Gran Teatro de la Opera de la capital gala. Regresaba de nuevo a Tenerife cargado de valiosos libros que engrosaban su legendaria y particular biblioteca.  Una vez en Santa Cruz, exponía sus conocimientos en los salones del Gabinete Científico y argumentaba sus tesis en los periódicos de la época, en los que escribía en ocasiones bajo los seudónimos Somar o Chanteclair.

 Ha sido considerado como uno de los pioneros de la Arqueología guanche, y su afición por el pueblo aborigen lo llevó también a abordar el tema de la genealogía. Sus valiosos documentos fueron el punto de partida en el que muchos genealogistas se apoyaron, y no son pocos los que lo citan en sus investigaciones. Gracias a Rosendo, supimos de nuestra ascendencia indígena. Esta ascendencia, fue  resumida en un bello artículo por su nieto el periodista y escritor Alfonso García-Ramos y Fernández del Castillo, desde su tribuna de “Pico de Águilas” del vespertino La Tarde, el once de julio de 1975, con motivo de la celebración del 250 aniversario del apellido compuesto. En sus líneas, imaginaba la actitud que tendrían los antepasados ante tal encuentro familiar:


 "Allá en Vilaflor, allá en 1639, debían de sonreir también Juan y María, los guanches recién cristianizados, arrancados de sus predios de Güimar, fieles aún a la tradición pastoril de su raza, aprendiendo lentamente las artes de la agricultura. Deben estar sonriendo porque asisten a un principio y no a un fin. Sus nietos ya tendrán tierras en el Valle de La Orotava, y uno de ellos, Fernando nacido en 1725, elige como primer apellido García-Ramos" [...]
"El mar atrae a los García-Ramos hacia Santa Cruz, los hace capitanes de la Carrera de Indias que arman buques y se juegan la vida y la fortuna en los peligrosos mares de Caribe, que estudian en Estados Unidos, Inglaterra y Francia, que aprenden la lección de Filadelfia y la lección de la Bastilla, y se hacen fervientes liberales y demócratas [...]"


 El porqué del apellido compuesto quedaba con ello explicado, y su ascendencia guanche contada de la manera más sencilla. Además de guanches, corre por su estirpe sangre de conquistadores castellanos, de nobles portugueses de la isla de Madeira y hasta de un diplomático francés a quien su país le encomendó, hace más de dos siglos, su representación en estos peñascos atlánticos.


 De Rosendo quedan su recuerdo y su obra, consistente en cuatro monografías y en más de un centenar de artículos que publicó en la prensa y que se irán incorporando a este blog. De su fortuna material no queda nada, pues hasta sus valiosos libros andan repartidos en archivos, bibliotecas y museos. Tuvo seis hijos y aún viven tres de sus nietos.  Mas de cuarenta bisnietos, aunque ya no todos llevan su apellido, empiezan a olvidar su nombre. Parte de su descendencia está desperdigada lejos de las islas.



Para aquellos y sus descendientes, a los que el nombre de su antepasado Rosendo García-Ramos y Bretillard ya no les diga nada, es para quienes  se han abierto estas páginas virtuales.

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