viernes, 15 de agosto de 2014

ESTUDIOS GEOLÓGICOS




               (Artículo publicado en La Revista de Canarias el 8 de octubre de 1881)
                          Documentación obtenida de Jable.Archivo de prensa digital de la ULPGC

Descripción de algunas rocas.

Decíamos que los suelos todos, sea cual fuere su edad respectiva y su clase mineralógica, se pueden dividir en tres secciones o ordenes generales, que son: el granitoso, el esquistoso y el compacto; pero no hicimos la advertencia -casi innecesaria -de que hay muchas rocas que participan de dos de esos mismos caracteres, como por ejemplo, cuando en una sustancia compacta se ven diseminados un sinnúmero de granos.

* Entre otras erratas, fáciles de reconocer, se deslizaron en nuestro anterior artículo (nº. 64 de esta REVISTA) las siguientes: pag. 215, col. 1ª lín. 32, dice sicnita por sienita; y líneas 34 y 38 dice anflbal por anfíbol. En la 4ª línea de la nota primera, en la columna segunda, se dice terciario por tenario.

 Tampoco creímos necesario advertir que muchos terrenos, o sea trozos y cuerpos sueltos de los mismos, pueden presentarse en extremo porosos y como esponjosos, sin que por ello dejen de pertenecer a la sección de los compactos, o a otra según su particular estructura. Véase también rocas cuyos granos son redondos -tales son las eolíticas- y muchas veces estos granos están formados de costras concéntricas: otras rocas son amigdaloides o almendradas: otras ofrecen una estructura grumelosa etc.

Y puesto que hacemos esa aclaración, referente a nuestro artículo anterior, también debemos explicar otro particular del mismo, que pudiera -acaso- entenderse de un modo equívoco. Decíamos que nos inclinamos a la opinión de aquellos geólogos que consideran al gneis y al pórfiro como unos suelos neutros; pero es bien entendido que esto es solo cuestión de nombre, es decir, que no pretendemos negar que sean realmente feldespáticos muchos suelos llamados todavía pórfiros por diversos autores, así como son micaceos muchos otros hasta hoy llamados gneis. Compréndase bien que en la brevedad a que obedece el presente trabajo, necesariamente debemos omitir muchos detalles; y esto nos servirá de excusa para lo sucesivo, si alguna duda ofreciere lo que decimos, y se notare alguna falta de explicación.

Esquisto Metamórfico
Gneis



Pórfiro

 Una observación general debemos hacer respecto a la formación de los granitos, pórfiros, gneis o esquistos y varias otras rocas, cual es, que muchos geologos las consideran como el resultado de un apartamiento lento y sucesivo de elementos diversos que el fuego o el agua habían en otro tiempo disuelto o fundido. Ya se comprende que aquí se vuelve a encontrar la eterna cuestión pluto-neptuniana; pero, aún entre los que opinan que aquellos terrenos son el producto de antiguas erupciones, cabe la duda de si fueron o no fueron lavas; porque bien pudieran atribuirse también a las erupciones cenagosas (1) de los antiguos tiempos, y que el trascurso de los siglos ha hecho vitrificar o cristalizar, si es que en la deyección no salieron desde luego un tanto cristalinos. Nadie ignora que los volcanes arrojan a veces sustancias a medio fundir, y otras en que el fuego ha trabajado muy poco, o no ha trabajado nada, en cuyo número se cuentan las citadas erupciones cenagosas (2)

   
(1) Debe tenerse presente que muchísimas de las erupciones cenagosas de los tiempos pasados pudieron haber sido hirvientes, sobre todo, si es cierto que nuestro planeta tuvo en la antigüedad una temperatura muy elevada. Hasta hoy las llamadas geisers pertenecen a esa clase y forman suelos silíceos que llegan a consolidarse hasta el punto de confundirse con los antiguos. También hay todavía en nuestros tiempos multitud de manantiales termales, que asimismo forman concreciones y suelos calcáreos etc. De haber existido en otro tiempo aquella alta temperatura en nuestro globo, claro está que todas las formaciones sedimentarias y de acarreo de tales épocas geológicas serían hirvientes  –lo cual facilita la disolución del terreno; -siendo asimismo hirvientes todos los mares y lagos que entonces pudieran existir en la Tierra, lo mismo que las fuentes, arroyos y ríos: en una palabra, todas las aguas y cienos que aquí había, y probablemente también todos los que por entonces bajaban de la atmósfera- osea a través de ésta y procedentes de las regiones, interplanetarias.
(2) En la eterna evolución de los cuerpos inorgánicos, puede suceder que el llamado cieno volcánico proceda de pequeños fragmentos y detritos de lavas, mezclados con agua y formando un sedimento o amalgama que puede llamarse hídrica, a pesar de proceder aquellas sustancias, según hemos dicho, de una lava completamente fundida por el calórico.
 Esta lava, a su vez, puede no ser otra cosa que un antiguo terreno sedimentario fundido por el calorico; continuando así esta perpetúa alternativa por tiempo indefinido, o sea por un plazo inmensamente largo.
 Muchos geólogos creen que una multitud de formaciones antiguas y modernas, acerca de las cuales discuten todavía los plutonianos y los neptunianos si son debidas al agua o al fuego, no lo son ni a la una ni a lo otro, es decir, que no proceden de erupciones ni de sedimentos o acarreos formados  exclusivamente en nuestro planeta, sino que son sustancias caías de la atmósfera y que las aguas han extendido más o menos por la superficie terrestre.
 Tal vez en otro artículo nos ocupemos nuevamente de este particular, que es uno de los problemas geológicos más curiosos; sin embargo de que ni es fácil su resolución en los dos casos, ni creemos que tales cuestiones entrañen tanto interés científico que obligue a dedicarlas mucho tiempo y estudio.


 Vamos a hacer, ahora, una reseña concisa de algunas de las rocas mencionadas en nuestro anterior artículo, descripción que consideramos indispensable para formar una idea de las mismas, y que a la vez servirá como de guía o punto de apoyo a fin de facilitar el estudio de las demás -en general- el de la geología- a toda persona que de estas ligeras nociones pase a consultar los tratados especiales de la misma ciencia.

 Empezaremos observando que, a fin de no ampliar demasiado la respectiva nomenclatura, los autores acostumbran designar con un mismo nombre ciertas rocas algo diversas, pero que tienen entre sí muy estrecha relación. Así -por ejemplo- bien que en un granito binario comiencen a parecer granos de otra sustancia, suele -sin embargo- conservar el mismo nombre, mientras no ofrezca una notable diferencia: sucediendo lo mismo cuando en el dicho granito empieza a preponderar uno de sus componentes, sin que esto haga variar notablemente el aspecto de la roca. Así se llaman, por ejemplo, rocas diabasicas, sieníticas, serpentínicas etc. aquellas en que, respectivamente, dominan el diabaso, la sienita, la serpentina etc., sin que por ello se entienda que dejan de caber en esas formaciones muchas rocas parciales mas o menos distintas y variadas. Todo esto es aparte de las diferencias que se observan entre las mismas nomenclaturas establecidas por los autores; por manera que, no pudiendo nosotros fijar o reunir en uno solo tan variados pareceres, tenemos que dejar subsistente una cierta ambigüedad en el asunto, ya que no sea una positiva divergencia, divergencia que procuramos evitar sin lisonjearnos absolutamente de haberlo conseguido.


 
Diabasa
Sienita


 
Serpentina
  

 Llamase generalmente esquisto o gneis a una clase de rocas caracterizadas por su estructura hojaldrada. El esquisto llamado particularmente gneis, esta compuesto de mica y de feldespato, conteniendo secundariamente otras sustancias, particularmente cuarzo, el cual llega a veces a entrar en proporción tal, que el conjunto resulta ser un verdadero esquisto ternario. Pero como en estos esquistos se ha observado que la mica es casi siempre el elemento geológico dominante de ahí que todos ellos hayan sido incluidos por diversos autores en el número de los suelos micaceos.

 Entran también a veces en la composición del gneis el anfíbol, el talco, la turmalina, la cal fluatada y otras varias sustancias; pero, ya lo hemos dicho, la mica es casi siempre su principio dominante, y por ello se considera el gneis como un esquistoide micaceo, lo mismo que el micasquisto, con el cual se confunde muchas veces a la simple vista.

Anfíbol
Talco
Turmalina negra



 Nosotros hemos manifestado ya que nos inclinamos a la opinión de que basta con la denominación de micasquisto para designar al esquistoide micaceo de que hablamos.

Pasemos a reseñar otros suelos, y empezaremos por la diorita, que Mr. de Brongniart designa con el nombre de diabaso. Es una roca generalmente compuesta de anfíbol y feldespato, por lo cual se puede llamar un granito binario; pero como a veces prepondera en ella uno de sus componentes, pasa entonces a ser granitoide. Ademas, suele presentarse alguna vez esquistosa u hojaldrada; y también suelen entrar en su composición la mica, el talco, el cuarzo y alguna otra sustancia, aunque estas últimas muy secundariamente.

 A veces su grano es muy fino, y la roca puede llamarse compacta. Otras veces forma unos glóbulos análogos a los del cipolino -de que se hablara luego,- y suele ser designada con el nombre de granito de Corcega, el cual aparece también glanduloso o grumeloso.

 No es de este lugar referir todas las diferentes clases  maneras que los autores describen al tratar de esta roca; y así pasamos a hacer una reseña sucinta de las otras que nos parece conveniente dar a conocer al lector que no posea conocimientos especiales en el asunto.

 Los geologos Daubuisson y Brongniart llamaron eurita a la misma roca que Werner designaba con el nombre de weisstein (1). Esta tiene por base al feldespato granularío, algo mezclado con cuarzo, y también con mica y con anfíbol. Sin embargo, hay también eurita a base de petrosilex. Presentase ora esquistosa, ora granitosa, y no pocas veces compacta; y es una de las rocas mas notables por su dureza y por el bello pulimento que es susceptible de adquirir.


  
Pegmatita
La pegmatita se compone principalmente de feldespato y cuarzo, aunque suelen entrar en la misma otras sustancias, cuales son la turmalina, el beril, la mica, el talco, etc., casi siempre en corta cantidad. Hay una variedad de pegmatita llamada granito grafico, a causa de presentar unos signos naturales que parecen letras chinas, etc. También es una roca de notable dureza, y suele dominar en ella el feldespato, por lo cual esta tenida entre algunos geologos –uno de ellos Brongniart- por un granitoide feldespatico. En todo caso, podrá decirse que su tipo o especie mas característica sea un granitoide feldespatico; pero a veces pasa a ser compacta, y aún esquistosa, aunque tan solo de un modo excepcional.

Cuarcita

La cuarcita, por otro nombre hialomicta –aunque algunos autores establecen cierta distinción en esa roca, aplicando esos nombres a dos clases, -es generalmente un granitoide o porfiroide que pasa con frecuencia a la forma compacta, y contiene secundariamente mica, feldespato y algún otro cuerpo o sustancia geológica. En esta roca, la mica que suele entrar en su composición, es generalmente de color oscuro y cuando el talco sustituye a la mica, se reconoce fácilmente por la diferencia de color. Alguna vez la cuarcita aparece también esquistosa, lo cual es debido sin duda a la intervención de esas dos últimas sustancias.


(1)  Es decir piedra blanca. El mismo autor incluía a la diorita en las grúnsteins o piedras verdes; y fue Mr. Haüy quien la dio el nombre de diorita, a la vez que denomino leptinita a la otra de que ahora tratamos.


Werner llamo sienita a un granito que se extraía -y extrae aún- de las inmediaciones de la antigua Siena, en el alto Egipto, y también de algunos otros países; pero desde mucho tiempo antes que lo hiciera este distinguido geólogo alemán, ya Plinio designaba con el mismo nombre aquella roca, que dice era un granito rojizo de la Tebaida, explotado cerca de la precitada villa. Aunque esta reputada generalmente por un granito ternario, la sienita pasa entre algunos geólogos por binaria, mientras que otros la tienen por un granitoide, ora feldespatico, ora anfibolico. En su composición entran casi exclusivamente el feldespato, el anfibol y el cuarzo, aunque varían un tanto en sus proporciones, y de ahí viene esa divergencia indicada. Puede decirse, sin embargo, que todos tienen razón, a causa de la variedad que ésta, como tantas otras rocas, presentan en su formación, sobre todo si se atiende a que por lo regular se las encuentra en diferentes países, circunstancia que trae consigo casi siempre diferencias de composición, estructura etc. Sin embargo, es constante que en la mayor parte de las rocas sieniticas, el cuarzo entra secundariamente; y a veces suelen aquellas contener otros cuerpos, aunque siempre en proporción exigua. Distínguense, pues, diferentes clases de sienita, algunas de las cuales afectan la estructura esquistosa y la compacta.

Bajo la denominación de oficalce comprende Mr. de Brongniart diferentes rocas calcareas, compuestas en gran parte de serpentina  ofita, talco o clorita, mica y alguna otra sustancia. En general son rocas pastosas o compactas en apariencia, es decir, de grano muy fino; pero en muchas rocas de oficalce se distinguen perfectamente los granos, y ofrecen un aspecto azucarado. Hay variedades de oficalce que se presentan grumelosas, y otras como un esquisto confuso o revuelto. En Francia llaman marmol de Campan -y en Alemania marmol de Furstenberg- un oficalce globuloso que es susceptible de un hermoso pulimento, como casi todos los mármoles comprendidos en este terreno. El calcifiro es una especie de oficalce, o una roca semejante a esta, que se distingue por sus cristales de feldespato. La dolomía es otra roca calcárea, que contiene gran porcion de magnesia, y aún lleva también anfibol, mica, etc.: casi siempre se presenta compacta o algo granitosa.

 Llámase hemitrene otra roca calcárea semejante a la dolomía; pero que en vez de magnesia contiene anfíbol. Los marmolistas italianos que conocen con el nombre de granitone, denominacion que adopto Mr. Daubenton; pero Brongniart y otros la han designado con el que antes indicamos.

El cipolino llamado antiguo o estatuario es un calcareo azucarado –sacaroide- que ha sido tenido entre algunos geologos por una verdadera dolomía; porque efectivamente, consiste como ésta, principalmente, en calcáreo carbonatado. Suele contener mica y talco, y ofrece muchas veces la estructura esquistosa. Sin embargo, se advierte en él generalmente un grano fino (1); y el llamado cipolino bigio por los italianos es un mármol pastoso o compacto, lleno de vetas verdosas que le surcan en todas direcciones. Se dice que esta roca debe su nombre a una cierta semejanza que ofrece con la cipola –cebolla- en su estructura interior y exterior; pero, en realidad, son va muy escasas las variedades que presentan tal analogía.


Cipolino o cipollino bigio
El anfibolito, como su nombre lo indica, es casi únicamente anfíbol y se presenta las mas veces granitoso. Ofrece también con frecuencia un aspecto azucarado, y algunas veces pasa a ser esquistoso, en cuyo caso ya se comprende que contiene mica o talco. Otras veces su contextura es ambigua y como revuelta.
 El melafiro es tenido por algunos geólogos como una especie de anfibolito; pero otros afirman que su base no es anfíbol sino pirójeno. Probablemente han sido designadas con aquel nombre rocas diversas, aunque semejantes en su aspecto, las unas a base de pirójeno y las otras de anfibol (2).

Para terminar estos ligeros apuntes, vamos a echar una ojeada sobre ciertas rocas reputadas ígneas, aunque entre ellas citemos alguna que otra conocidamente sedimentaria.

La dolerita -que algunos autores llaman mimosa (3) -esta compuesta principalmente de feldespato y pirójeno y se presenta ordinariamente compacta o un tanto granitosa. Casi siempre es de color oscuro, y se asemeja a otras muchas rocas, cuales son el basalto, la basanita, la obsidiana, etc. En los terrenos volcánicos modernos aparece a veces la dolerita, como también la dolomía y aun algunas otras sustancias que se duda mucho sean de procedencia ígnea.

 Varios geólogos, y entre ellos de Buch, son de opinión que casi todos los terrenos llamados basaltos en las islas Británicas son realmente doleritas; pero otros les contestan que las doleritas no son otra cosa que basaltos. Nosotros no pretendemos resolver esa cuestión, ni nos parece tampoco qué sea este el lugar de hacerlo.

En las rocas designadas con el nombre de doleritas suele dominar el pirójeno; y Mr. Cordier cree que diferentes terrenos tenidos por basaltitos, y otros correspondientes a los anfibolicos, son verdaderas doleritas y deben incluirse en los suelos piroxénicos. Efectivamente, en la dolerita es el pirójeno la base o elemento fundamental, después del cual viene el feldespato; y se la distingue comúnmente del basalto en que en la misma se notan o perciben fácilmente ambos componentes.

 Pero, no siempre se observan cristales feldespáticos en la dolerita, la cual es a veces enteramente compacta, y entonces suele pasar a la obsidiana; según pasa, por otras maneras de composición y estructura, al basalto, a la traquita, a la afanita, petrosilex etc.

 La traquita -que los alemanes llaman trapp porphyr- es una roca que ofrece no poca variedad en su composición y en sus combinaciones.

(1) Los esquistos y esquistóides cuya pasta ofrece un grano fino, participan del carácter esquistoso y del granitoso. También se ven en otras rocas muchos granos y glóbulos cuya estructura interior es hojaldrada.
(2) El mismo pirojeno contiene a veces no poca cantidad de anfíbol.
(3) De ella se deriva la roca llamada mimofiro y varias otras.

 Según algunos autores, su base es el petrosilex; pero contiene feldespato, anfíbol, mica, pirójeno, hierro y algunos otros cuerpos. Su estructura es semejante a la del basalto, dolerita, basanita,-etc., y pasa efectivamente a esas rocas, por unas modificaciones más o menos lentas.

La antracita (4) se compone principalmente de carbono, aunque suelen entrar también en ella la sílice, la alumina, el hierro, etc. La hay, compacta, fibrosa, irisada, globulosa, esquistosa y revuelta, y casi siempre se encuentra anexionada a la hulla.

Es indudable, que la antracita se encuentra asociada a diferentes materias procedentes de la descomposición de cuerpos organizados, que vivieron en épocas ya muy remotas; pero no esta claramente averiguado si la misma roca o terreno se halla constituido exclusivamente de tales despojos, como lo pretenden algunos geólogos. En algunos parajes -la Tarentesa, el San Bernardo, Montagni, etc. -se ven bancos considerables de antracita surcados por venas de cuarzo blanco y conteniendo riñones de este mismo cuarzo. También contiene piritas, grauwacke, cal carbonatada, plomo sulfurado etc. En España existe cerca del antiguo monasterio de Harbas, a corta distancia de Oviedo, una hermosa antracita que llama la atención de nuestros geólogos y también la de los extranjeros.

(4)  Así llamada por Karsten y por Dolomieu. Antes que ellos Werner la designaba con el nombre de glanz kohle, es decir, hulla brillante. Tondi coloca esta roca en el género carbono,y le dá el nombre de carbono oxidulado, o geanthracio                                                                                               






                                                                                                                 ROSENDO GARCÍA- RAMOS

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