(Artículo publicado en La Revista de Canarias el 8 de octubre de 1881)
Documentación obtenida de Jable.Archivo de prensa digital de la ULPGC
Descripción de
algunas rocas.
Decíamos que los suelos todos,
sea cual fuere su edad respectiva y su clase mineralógica, se pueden dividir en
tres secciones o ordenes generales, que son: el granitoso, el esquistoso y el
compacto; pero no hicimos la advertencia -casi innecesaria -de que hay muchas
rocas que participan de dos de esos mismos caracteres, como por ejemplo, cuando
en una sustancia compacta se ven diseminados un sinnúmero de granos.
* Entre otras
erratas, fáciles de reconocer, se deslizaron en nuestro anterior artículo (nº.
64 de esta REVISTA) las siguientes: pag. 215, col. 1ª lín.
32, dice sicnita por sienita; y líneas 34 y 38 dice anflbal por
anfíbol. En la 4ª línea de la nota
primera, en la columna segunda, se dice terciario por tenario.
Tampoco creímos
necesario advertir que muchos terrenos, o sea trozos y cuerpos sueltos de los
mismos, pueden presentarse en extremo porosos y como esponjosos, sin que por
ello dejen de pertenecer a la sección de los compactos, o a otra según su
particular estructura. Véase también rocas cuyos granos son redondos -tales son
las eolíticas- y muchas veces estos granos están formados de costras concéntricas:
otras rocas son amigdaloides o almendradas: otras ofrecen una estructura
grumelosa etc.
Y puesto que
hacemos esa aclaración, referente a nuestro artículo anterior, también debemos
explicar otro particular del mismo, que pudiera -acaso- entenderse de un modo
equívoco. Decíamos que nos inclinamos a la opinión de aquellos geólogos que consideran
al gneis y al pórfiro como unos suelos neutros; pero es bien entendido que esto
es solo cuestión de nombre, es decir, que no pretendemos negar que sean
realmente feldespáticos muchos suelos llamados todavía pórfiros por diversos
autores, así como son micaceos muchos otros hasta hoy llamados gneis.
Compréndase bien que en la brevedad a que obedece el presente trabajo,
necesariamente debemos omitir muchos detalles; y esto nos servirá de excusa
para lo sucesivo, si alguna duda ofreciere lo que decimos, y se notare alguna
falta de explicación.
Esquisto Metamórfico |
Gneis |
Pórfiro |
Una observación
general debemos hacer respecto a la formación de los granitos, pórfiros, gneis o
esquistos y varias otras rocas, cual es, que muchos geologos las consideran
como el resultado de un apartamiento lento y sucesivo de elementos diversos que
el fuego o el agua
habían en otro tiempo disuelto o fundido. Ya se comprende que aquí se vuelve a
encontrar la eterna cuestión pluto-neptuniana; pero, aún entre los que opinan
que aquellos terrenos son el producto de antiguas erupciones, cabe la duda de
si fueron o no fueron lavas; porque bien pudieran atribuirse también a las erupciones
cenagosas (1) de los antiguos tiempos, y que el trascurso de los siglos ha
hecho vitrificar o cristalizar, si es que en la deyección no salieron desde luego
un tanto cristalinos. Nadie ignora que los volcanes arrojan a veces sustancias a
medio fundir, y otras en que el fuego ha trabajado muy poco, o no ha trabajado
nada, en cuyo número se cuentan las citadas erupciones cenagosas (2)
(1) Debe tenerse presente
que muchísimas de las erupciones cenagosas de los tiempos pasados pudieron
haber sido hirvientes, sobre todo, si es cierto que nuestro planeta tuvo en la
antigüedad una temperatura muy elevada. Hasta hoy las llamadas geisers pertenecen
a esa clase y forman suelos silíceos que llegan a consolidarse hasta el punto
de confundirse con los antiguos. También hay todavía en nuestros tiempos
multitud de manantiales termales, que asimismo forman concreciones y suelos calcáreos etc. De haber existido en otro tiempo aquella alta temperatura en nuestro
globo, claro está que todas las formaciones sedimentarias y de acarreo de tales
épocas geológicas serían hirvientes –lo cual
facilita la disolución del terreno; -siendo asimismo hirvientes todos los mares
y lagos que entonces pudieran existir en la Tierra , lo mismo que las fuentes, arroyos y ríos:
en una palabra, todas las aguas y cienos que aquí había, y probablemente
también todos los que por entonces bajaban de la atmósfera- osea a través de
ésta y procedentes de las regiones, interplanetarias.
(2)
En la eterna evolución de los cuerpos inorgánicos, puede suceder que el llamado cieno volcánico proceda de pequeños fragmentos y detritos de lavas, mezclados con agua y formando un sedimento o amalgama que
puede llamarse hídrica, a pesar de proceder aquellas sustancias, según hemos
dicho, de una lava completamente fundida por el calórico.
Esta lava, a su vez, puede no ser otra cosa
que un antiguo terreno sedimentario fundido por el calorico; continuando así
esta perpetúa alternativa por tiempo indefinido, o sea por un plazo
inmensamente largo.
Muchos geólogos creen que una multitud de
formaciones antiguas y modernas, acerca de las cuales discuten todavía los
plutonianos y los neptunianos si son debidas al agua o al fuego, no lo son ni a
la una ni a lo otro, es decir, que no proceden de erupciones ni de sedimentos o
acarreos formados exclusivamente en
nuestro planeta, sino que son sustancias caías de la atmósfera y que las aguas
han extendido más o menos por la superficie terrestre.
Tal vez en otro artículo nos ocupemos
nuevamente de este particular, que es uno de los problemas geológicos más
curiosos; sin embargo de que ni es fácil su resolución en los dos casos, ni
creemos que tales cuestiones entrañen tanto interés científico que obligue a
dedicarlas mucho tiempo y estudio.
Vamos a hacer,
ahora, una reseña concisa de algunas de las rocas mencionadas en nuestro
anterior artículo, descripción que consideramos indispensable para formar una
idea de las mismas, y que a la vez servirá como de guía o punto de apoyo a fin
de facilitar el estudio de las demás -en general- el de la geología- a toda
persona que de estas ligeras nociones pase a consultar los tratados especiales
de la misma ciencia.
Empezaremos
observando que, a fin de no ampliar demasiado la respectiva nomenclatura, los
autores acostumbran designar con un mismo nombre ciertas rocas algo diversas,
pero que tienen entre sí muy estrecha relación. Así -por ejemplo- bien que en un
granito binario comiencen a parecer granos de otra sustancia, suele -sin
embargo- conservar el mismo nombre, mientras no ofrezca una notable diferencia:
sucediendo lo mismo cuando en el dicho granito empieza a preponderar uno de sus
componentes, sin que esto haga variar notablemente el aspecto de la roca. Así
se llaman, por ejemplo, rocas diabasicas, sieníticas, serpentínicas etc.
aquellas en que, respectivamente, dominan el diabaso, la sienita, la serpentina
etc., sin que por ello se entienda que dejan de caber en esas formaciones
muchas rocas parciales mas o menos distintas y variadas. Todo esto es aparte de
las diferencias que se observan entre las mismas nomenclaturas establecidas por
los autores; por manera que, no pudiendo nosotros fijar o reunir en uno solo
tan variados pareceres, tenemos que dejar subsistente una cierta ambigüedad en
el asunto, ya que no sea una positiva divergencia, divergencia que procuramos evitar
sin lisonjearnos absolutamente de haberlo conseguido.
Sienita |
Llamase
generalmente esquisto o gneis a una clase de rocas caracterizadas por su
estructura hojaldrada. El esquisto llamado particularmente gneis, esta
compuesto de mica y de feldespato, conteniendo secundariamente otras
sustancias, particularmente cuarzo, el cual llega a veces a entrar en proporción
tal, que el conjunto resulta ser un verdadero esquisto ternario. Pero como en
estos esquistos se ha observado que la mica es casi siempre el elemento geológico
dominante de ahí que todos ellos hayan sido incluidos por diversos autores en
el número de los suelos micaceos.
Entran también a
veces en la composición del gneis el anfíbol, el talco, la turmalina, la cal fluatada
y otras varias sustancias; pero, ya lo hemos dicho, la mica es casi siempre su
principio dominante, y por ello se considera el gneis como un esquistoide micaceo,
lo mismo que el micasquisto, con el cual se confunde muchas veces a la simple
vista.
Anfíbol |
Talco |
Turmalina negra |
Nosotros hemos
manifestado ya que nos inclinamos a la opinión de que basta con la denominación
de micasquisto para designar al esquistoide micaceo de que hablamos.
Pasemos a reseñar otros suelos, y empezaremos por la
diorita, que Mr. de Brongniart designa con el nombre de diabaso. Es una roca
generalmente compuesta de anfíbol y feldespato, por lo cual se puede llamar un
granito binario; pero como a veces prepondera en ella uno de sus componentes,
pasa entonces a ser granitoide. Ademas, suele presentarse alguna vez esquistosa
u hojaldrada; y también suelen entrar en su composición la mica, el talco, el cuarzo y alguna otra
sustancia, aunque estas últimas muy secundariamente.
A veces su grano es muy fino, y la roca puede llamarse
compacta. Otras veces forma
unos glóbulos análogos a los del cipolino -de que se hablara luego,- y suele
ser designada con el nombre de granito de Corcega, el cual aparece también
glanduloso o grumeloso.
No es de este lugar
referir todas las diferentes clases maneras que los autores describen al tratar de
esta roca; y así pasamos a hacer una reseña sucinta de las otras que nos parece
conveniente dar a conocer al lector que no posea conocimientos especiales en el
asunto.
Los geologos
Daubuisson y Brongniart llamaron eurita a la misma roca que Werner designaba
con el nombre de weisstein (1). Esta tiene por base al feldespato granularío,
algo mezclado con cuarzo, y también con mica y con anfíbol. Sin embargo, hay
también eurita a base de petrosilex. Presentase ora esquistosa, ora
granitosa, y no pocas veces compacta; y es una de las rocas mas notables por su
dureza y por el bello pulimento que es susceptible de adquirir.
Pegmatita |
La pegmatita se
compone principalmente de feldespato y cuarzo, aunque suelen entrar en la misma
otras sustancias, cuales son la turmalina, el beril, la mica, el talco, etc.,
casi siempre en corta cantidad. Hay una variedad de pegmatita llamada granito
grafico, a causa de presentar unos signos naturales que parecen
letras chinas, etc. También es una roca de notable dureza, y suele dominar en
ella el feldespato, por lo cual esta tenida entre algunos geologos –uno de
ellos Brongniart- por un granitoide feldespatico. En todo caso, podrá decirse
que su tipo o especie mas característica sea un granitoide feldespatico; pero a
veces pasa a ser compacta, y aún esquistosa, aunque tan solo de un modo excepcional.
Cuarcita |
La cuarcita, por otro nombre hialomicta –aunque algunos
autores establecen cierta distinción en esa roca, aplicando esos nombres a dos
clases, -es generalmente un granitoide o porfiroide que pasa con frecuencia a
la forma compacta, y contiene secundariamente mica, feldespato y algún otro
cuerpo o sustancia geológica. En esta roca, la mica que suele entrar en su
composición, es generalmente de color oscuro y cuando el talco sustituye a la mica, se reconoce fácilmente por la diferencia de color. Alguna vez la cuarcita aparece también esquistosa, lo cual es debido sin duda a la intervención de esas dos últimas sustancias.
(1) Es decir piedra blanca. El mismo autor
incluía a la diorita en las grúnsteins o piedras verdes; y fue Mr. Haüy quien
la dio el nombre de diorita, a la vez que denomino leptinita a la otra de que
ahora tratamos.
Werner llamo
sienita a un granito que se extraía -y extrae aún- de las inmediaciones de la
antigua Siena, en el alto Egipto, y también de algunos otros países; pero desde
mucho tiempo antes que lo hiciera este distinguido geólogo alemán, ya Plinio
designaba con el mismo nombre aquella roca, que dice era un granito rojizo de la Tebaida , explotado cerca
de la precitada villa. Aunque esta reputada generalmente por un granito
ternario, la sienita pasa entre algunos geólogos por binaria, mientras que
otros la tienen por un granitoide, ora feldespatico, ora anfibolico. En su
composición entran casi exclusivamente el feldespato, el anfibol y el cuarzo,
aunque varían un tanto en sus proporciones, y de ahí viene esa divergencia indicada.
Puede decirse, sin embargo, que todos tienen razón, a causa de la variedad que
ésta, como tantas otras rocas, presentan en su formación, sobre todo si se
atiende a que por lo regular se las encuentra en diferentes países,
circunstancia que trae consigo casi siempre diferencias de composición,
estructura etc. Sin embargo, es constante que en la mayor parte de las rocas
sieniticas, el cuarzo entra secundariamente; y a veces suelen aquellas contener
otros cuerpos, aunque siempre en proporción exigua. Distínguense, pues,
diferentes clases de sienita, algunas de las cuales afectan la estructura
esquistosa y la compacta.
Bajo la denominación
de oficalce comprende Mr. de Brongniart diferentes rocas calcareas, compuestas en
gran parte de serpentina ofita, talco o clorita, mica y alguna otra
sustancia. En general son rocas pastosas o compactas en apariencia, es decir, de
grano muy fino; pero en muchas rocas de oficalce se distinguen perfectamente
los granos, y ofrecen un aspecto azucarado. Hay variedades de oficalce que se
presentan grumelosas, y otras como un esquisto confuso o revuelto. En Francia
llaman marmol de Campan -y en Alemania marmol de Furstenberg- un oficalce globuloso
que es susceptible de un hermoso pulimento, como casi todos los mármoles comprendidos
en este terreno. El calcifiro es una especie de oficalce, o una roca semejante a
esta, que se distingue por sus cristales de feldespato. La dolomía es otra roca
calcárea, que contiene gran porcion de magnesia, y aún lleva también anfibol,
mica, etc.: casi siempre se presenta compacta o algo granitosa.
El cipolino llamado antiguo o estatuario es un calcareo azucarado
–sacaroide- que ha sido tenido entre algunos geologos por una verdadera
dolomía; porque efectivamente, consiste como ésta, principalmente, en calcáreo
carbonatado. Suele contener mica y talco, y ofrece muchas veces la estructura
esquistosa. Sin embargo, se advierte en él generalmente un grano fino (1); y el
llamado cipolino bigio por los italianos es un mármol pastoso o compacto, lleno
de vetas verdosas que le surcan en todas direcciones. Se dice que esta roca
debe su nombre a una cierta semejanza que ofrece con la cipola –cebolla- en su estructura
interior y exterior; pero, en realidad, son va muy escasas las variedades que
presentan tal analogía.
Cipolino o cipollino bigio |
El anfibolito, como
su nombre lo indica, es casi únicamente anfíbol y se presenta las mas veces
granitoso. Ofrece también con frecuencia un aspecto azucarado, y algunas veces
pasa a ser esquistoso, en cuyo caso ya se comprende que contiene mica o talco. Otras
veces su contextura es ambigua y como revuelta.
El melafiro es
tenido por algunos geólogos como una especie de anfibolito; pero otros afirman
que su base no es anfíbol sino pirójeno. Probablemente han sido designadas con
aquel nombre rocas diversas, aunque semejantes en su aspecto, las unas a base
de pirójeno y las otras de anfibol (2).
Para terminar estos ligeros apuntes, vamos a echar una
ojeada sobre ciertas rocas reputadas ígneas, aunque entre ellas citemos alguna
que otra conocidamente sedimentaria.
La dolerita -que algunos autores llaman mimosa (3) -esta
compuesta principalmente de feldespato y pirójeno y se presenta ordinariamente
compacta o un tanto granitosa. Casi siempre es de color oscuro, y se asemeja a
otras muchas rocas, cuales son el basalto, la basanita, la obsidiana, etc. En
los terrenos volcánicos modernos aparece a veces la dolerita, como también la
dolomía y aun algunas otras sustancias que se duda mucho sean de procedencia
ígnea.
Varios geólogos, y
entre ellos de Buch, son de opinión que casi todos los terrenos llamados
basaltos en las islas Británicas son realmente doleritas; pero otros les contestan
que las doleritas no son otra cosa que basaltos. Nosotros no pretendemos
resolver esa cuestión, ni nos parece tampoco qué sea este el lugar de hacerlo.
En las rocas
designadas con el nombre de doleritas suele dominar el pirójeno; y Mr. Cordier
cree que diferentes terrenos tenidos por basaltitos, y otros correspondientes a
los anfibolicos, son verdaderas doleritas y deben incluirse en los suelos
piroxénicos. Efectivamente, en la dolerita es el pirójeno la base o elemento
fundamental, después del cual viene el feldespato; y se la distingue comúnmente
del basalto en que en la misma se notan o perciben fácilmente ambos componentes.
Pero, no siempre se observan cristales feldespáticos
en la dolerita, la cual es a veces enteramente compacta, y entonces suele pasar
a la obsidiana; según pasa, por otras maneras de composición y estructura, al basalto,
a la traquita, a la afanita, petrosilex etc.
(1) Los esquistos y esquistóides
cuya pasta ofrece un grano fino, participan del carácter esquistoso y del
granitoso. También se ven en otras rocas muchos granos y glóbulos cuya estructura
interior es hojaldrada.
(2) El mismo pirojeno contiene a veces no poca cantidad de
anfíbol.
(3) De ella se deriva la roca llamada mimofiro y
varias otras.
Según algunos autores,
su base es el petrosilex; pero contiene feldespato, anfíbol, mica, pirójeno,
hierro y algunos otros cuerpos. Su estructura es semejante a la del basalto,
dolerita, basanita,-etc., y pasa efectivamente a esas rocas, por unas
modificaciones más o menos lentas.
La antracita (4) se
compone principalmente de carbono, aunque suelen entrar también en ella la sílice,
la alumina, el hierro, etc. La hay, compacta, fibrosa, irisada, globulosa,
esquistosa y revuelta, y casi siempre se encuentra anexionada a la hulla.
Es indudable, que
la antracita se encuentra asociada a diferentes materias procedentes de la descomposición
de cuerpos organizados, que vivieron en épocas ya muy remotas; pero no esta
claramente averiguado si la misma roca o terreno se halla constituido exclusivamente de tales despojos, como lo pretenden algunos
geólogos. En algunos parajes -la
Tarentesa , el San Bernardo, Montagni, etc. -se ven bancos
considerables de antracita surcados por venas de cuarzo blanco y conteniendo riñones
de este mismo cuarzo. También contiene piritas, grauwacke, cal carbonatada, plomo
sulfurado etc. En España existe cerca del antiguo monasterio de Harbas, a corta
distancia de Oviedo, una hermosa antracita que llama la atención de nuestros geólogos
y también la de los extranjeros.
(4) Así llamada
por Karsten y por Dolomieu. Antes que ellos Werner la designaba con el nombre
de glanz kohle, es decir, hulla brillante. Tondi coloca esta roca en el género carbono,y
le dá el nombre de carbono oxidulado, o geanthracio
ROSENDO GARCÍA- RAMOS
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