(Artículo
publicado en el Diario de Tenerife el 15 de junio de 1900)
(Continuación)
No entra en nuestro reducido cuadro la relación de la
horrorosa guerra de la independencia de los griegos. La pasamos por alto, y
concluiremos haciendo una ligera reseña de la Atenas del sigo XIX, tal cual la vio el ilustrado
viajero francés Edmundo About en 1852. (1)
Ante
todo, es conveniente dejar bien sentado que con el pueblo griego ha sucedido
casi lo mismo que con el egipcio y con el romano o latino; ya no existe en su
antigua pureza, ni mucho menos. El egipcio es una mescolanza de varias gentes,
en la cual dominará, si se quiere, la propiamente llamada egipcia, pero
sumamente combinada con árabes, turcos, etc. El latino es otra mescolanza aun
mayor, de gentes de toda la
Europa ; y el griego es una fusión de europeos y asiáticos. Tan
solo en algunas islas de las que
antiguamente
se llamaron Cicladas y Espóradas, se conserva medianamente el tipo griego, lo
mismo que en algunas de las Jónicas, como Corfú—la antigua Coreyra,—Cefalonia,
Zante—la antigua Zacyntos— Cérigo o Cyteres, Itaca y también en Creta o Candía,
Rodas y Samos.
Según Mr. About y otros autores, en la ciudad de Atenas y
en toda o casi toda la Morea ,
son los albaneses la gente que predomina, y estos mismos albaneses son otra
mescolanza de europeos de diferentes procedencias, como generalmente sucede con
todos los habitantes de la
Grecia continental. La antigua Grecia continental asiática,
ya no es sino Turquía, y lo ha venido siendo; desde fecha bastante remota. Sin
embargo, en esta parte del imperio turco, lo mismo que en sus islas adyacentes,
la antigua raza griega tal vez sea la dominante, a pesar de su combinación con
los asiáticos.
Una de las cosas que más chocan a los europeos que hoy
viajan por Grecia, es la costumbre de tutearse que allí tienen todos, ricos y
pobres, altos y bajos, nobles y plebeyos, todos o casi todos indistintamente.
Algunos de aquellos viajeros dicen que no es extraño eso, en un pueblo o nación
hasta ayer esclava; pero tal juicio nos parece un tanto precipitado. La
costumbre de tutearse es general entre árabes, turcos, egipcios, tunecinos,
marroquíes y por decirlo así en todos los asiáticos y africanos. Y
además, los griegos antiguos, los ciudadanos de las repúblicas de Atenas,
Esparta, Tebas, Corinto, Acaya, etc. ¿no se tutearían como los republicanos de
Francia en el siglo pasado?
Después Mr About, con el buen sentido práctico, no menos
que teórico, con que los viajeros ilustrados estudian cualquier país, se ocupa
del estado económico de la nación, y asegura que si Grecia no prospera en
industria, marcha directamente a la ruina y a la despoblación. Asegura que por
mucho que aumenten allí el comercio y la agricultura, la importación supera a
la exportación en muchos millones de francos, y que de consiguiente el país se
quedará sin numerario dentro de algunos años, y los cambios se efectuarán en
especies, como entre los pueblos bárbaros. Esto
nos hace recordar lo que sucede en España y Portugal, naciones que en otros tiempos
exportaron sus manufacturas y otros productos por un valor mucho mayor que el
de la importación.
Y sin embargo de suceder hoy casi lo mismo que en Grecia
en todas las naciones del mediodía, ¡sería tan obvio y aún fácil el remedio!
Bastaría con gravar un tanto la importación de manufacturas, y aliviar de
cargas o impuestos la industria nacional.
Es verdad que eso disminuiría un poco el presupuesto de
los ingresos del Tesoro, durante unos cuantos años—cosa que odian de muerte los
mandarines; —pero en cambio ¡cuánto no prosperaría la industria al cabo de
cierto tiempo! Entonces rendiría, con creces, lo que dejara de tributar
anteriormente, y aún continuando con impuestos moderados, siempre contribuiría a
los ingresos del Estado mucho más que en la actualidad.
Volvamos
a Grecia y su metrópoli o ciudad Capital.
Extrañan y lamentan los viajeros que a mediados de este
siglo recorrían, aquel país, su pobreza y despoblación. No es que falten allí
tierras que cultivar, sino capitales para hacerlas valer, desmontarlas y
roturarlas. Los griegos son pobres, como salidos apenas de la tiranía perezosa
de los turcos. Tienen un producto natural, entre otros muchos, que es único en Europa y en todo el mundo, y que los ingleses
se absorben todo entero y pagan aun alto precio; hablamos de la uva llamada de
Corinto, aunque se la cultiva también en otras partes, uva sin granula que pasa
a ser el primer ingrediente del famoso plum
pudding. Aparte de eso, hay en Grecia riquísimos vinos y aceites, con todas
o casi todas las demás producciones de los climas templados.
La desaparición de los ríos ha causado, como es sabido, la
ruina de muchas y muy célebres ciudades antiguas Babilonia, Palmira,
Estratonicea, Troya, etc. han desaparecido por aquella causa. Atenas ha sufrido
mucho por la casi competa desecación del Lliso, que bañaba sus muros, y otros
varios ríos de Grecia han disminuido también notablemente. Esto parece ser
debido a que las lluvias, en lo antiguo, fueron más frecuentes o más copiosas
que en los modernos tiempos. Sin embargo, muchos ríos se han secado, o
disminuido, por haber cambiado la dirección de sus afluentes, con el transcurso
de los tiempos.
A esa calamidad hay que añadir otra !que pesa y ha pesado
muchos siglos! sobre la Grecia
y sobre mucha parte de la
Turquía , calamidad cuya causa se ignora; es la permanencia de
las fiebres malignas en casi todo el país, desgracia que ocasiona otras muchas,
entre ellas, la destrucción del arbolado, por que los griegos creen que el arbolado
y los terrenos húmedos mantienen el germen de aquella enfermedad, como el del
cólera. En Italia también se lucha hace siglos contra el mal aria —aire
malo, —si bien no es tan general en esa península como en la otra. Por lo
demás, es sabido que las fiebres abundan en otros muchos países, templados o
cálidos, del Asia, África y América.
R. GARCÍA-RAMOS
(continuará)
(1) Véase su obra titulada La Gréce contemporaine,
publicada en París el año l855 -Omitimos decir anteriormente que la
referida batalla naval de Navarino se dio a 18 de Octubre de 1821, y que si
bien en ella los turcos contaban dos mil ciento setenta y tantas becas de
fuego—de ellas 2158 en su escuadra y las demás en tierra, —casi todos esos
cañones eran viejos y mal servidos. La escuadra aliada tenía mil doscientos
cincuenta y dos cañones. Toda esa artillería de ambas partes disparaba por
decirlo así a boca de jarro, las naves enemigas casi se tocaban, y sin embargo,
no hubo ni un solo caso de abordaje.
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