(Artículo publicado en el Diario de Tenerife el 6 de marzo de 1901)
He ahí una pregunta que a muchísimos parecerá ociosa,
más que ociosa, disparatada; tal ha sido, es y será la fuerza de la costumbre,
el hábito rutinario de repetir lo que se oye y ha venido oyéndose por todas
partes. En realidad, el idioma latino ha tenido por todas partes un
extraordinario desarrollo, y si fundamos en el habla la distribución de las
razas, pueden llamarse latinos todos los pueblos cuyo idioma respectivo se
deriva principalmente de la antigua lengua del Lacio.
Pero tal distribución de los pueblos por idiomas, está muy
lejos de ser verdadera distribución de razas, como es muy fácil demostrarlo.
Nadie ignora, por ejemplo, que en la América del Norte
predomina el idioma inglés, y sin embargo, es la raza indígena la que forma el
fondo o núcleo de la población de aquellos países; lo mismo, respectivamente,
puede decirse de la América
del Sur, donde predomina el habla castellana y la sangre indiana.
En las Indias Orientales viene ya también la lengua
inglesa haciéndose universal, y sin embargo, es allí todavía la antigua raza
indígena la dominante o preponderante.
Los negros y otros pueblos de África, sometidos o aliados
de los ingleses, aprenden el idioma de éstos -hoy hasta los cafres entienden el
inglés- y sería curioso que mañana llamáramos anglosajones a los habitantes
de Guinea y de Angola. Si hablaran castellano, portugués, italiano, no faltaría gente rutinaria que les
calificara de latinos.
Veamos si en realidad hay raza sobre la tierra, que pueda o
deba ser llamada latina.
El Lacio -en latín Látium- fue una pequeña comarca de
Italia, cuyo idioma se hizo extensivo a toda esa península, con tanta menos
dificultad, cuanto era grande la afinidad de raza y de idioma entre los latinos
y sus vecinos inmediatos. Sin embargo, los oscos, los etruscos o toscanos y
otros varios pueblos italianos hablaban idiomas no poco diversos del latín, lo
cual hace presumir que había entre ellos diferencias de raza. Hasta las letras o
caracteres de la escritura diferían entre los latinos, etruscos y oscos, a pesar
de ser vecinos, o por lo menos, habitar todos una misma península. Pero la
conquista progresiva de la Italia
por los latinos, fue poco a poco unificando el idioma, y formando la hegemonía
latina; por manera que aquel pequeño pueblo, cuya raza ni siquiera la dominante
era en la península italiana, ni en la Sicilia , ha pasado entre los legos o ignorantes
por ser una raza única en Italia, y después en casi todo el Mediodía de Europa.
Pero aún hay más: la Sicilia y el Mediodía de Italia, estaban llenos
de colonias griegas; hasta los romanos pretendían descender de troyanos, venidos
a Italia con Eneas. Era una verdadera confusión de razas la de Italia en aquellos
tiempos; y más tarde, cuando esa Nación fue la señora de todo el mundo, cuando
todo romano rico contaba sus esclavos por docenas, estos esclavos y su
descendencia, procedentes de las tres partes del mundo entonces conocido, formaron
más de la mitad de la población romana o latina, raza según muchos etnicistas.Y
no contamos aquí el sinnúmero de extranjeros que, sin ser esclavos ni libertos,
pasaron en diferentes tiempos a domiciliarse en aquella península, centro de la
civilización durante varios siglos.
Luego o más tarde vinieron las invasiones sucesivas de los
pueblos del Norte, avalancha de población que inundó no solo la Italia , sino toda la Europa meridional... ¿Se
llamará esto un nuevo contingente de sangre latina? Es posible y aún probable
que así lo entiendan más de cuatro fabricantes de razas.
Bien está que llamemos latinos a todos los pueblos que hoy
hablan idiomas que se derivan en primer término del antiguo idioma del Lácio, y
que llamemos anglos o sajones a aquellos otros cuyo lenguaje sea o se derive
del inglés pero entendamos al fin que eso poco o nada tiene que ver con las razas
o linaje de gentes, étnicamente hablando.
La especie de solidaridad que naturalmente se establece
entre las gentes que hablan un mismo idioma, o idiomas afines, explica
suficientemente aquella denominación general, sin que esto implique ni arguya
una positiva comunidad de origen.
Los italianos antiguos, al menos los del mediodía de
aquella península, y los de
Sicilia, fueron más griegos que latinos; la misma parte de Italia fue llamada la
gran Grecia, o Grecia
grande, por casi todos los geógrafos de la antigüedad; tan solo la
preponderancia que a la larga fueron adquiriendo, por sus conquistas, los hijos
del Lacio, hizo que dejara de llamarse Grecia su propio país y los inmediatos.
Sin embargo, no pretendemos, ni mucho menos, afirmar que tanto en el Lacio como
en los países más cercanos a esa corta porción de Italia, a pesar de las
repetidas invasiones griegas, dejara de subsistir como dominante la sangre
latina; por que se ha visto y verá repetidas veces que los pueblos invadidos, y
aún conquistados, suelen continuar formando el núcleo o fondo de la población,
como sucede en América, en las Baleares y en nuestras islas Canarias.
SOMAR.
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