(Artículo publicado en el boletín de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife el 28 de abril de 1899)
La cordillera de Anaga es digna de notarse la insistencia con que varios y distinguidos geólogos modernos, alemanes en su mayor parte, se inclinan a creer que la parte del norte o nordeste de Tenerife es anterior al resto de la isla. Suponen que el terreno donde hoy descuella la cordillera de Anaga, constituyó la isla primitiva o al menos la principal de las islas e islotes que más tarde formaron un sólo cuerpo, a causa de las erupciones volcánicas y algunos levantamientos del suelo submarino, o acaso de todo el suelo sobre que descansa la isla.
El monte Teide, pues, según esas nociones o teorías, surgió del mismo suelo submarino cuando ya existía fuera de las aguas aquella cordillera precitada, y acaso formó desde luego una pequeña isla. Ese gran cráter, casi siempre en actividad, vomitó sucesivamente no sólo las grandes masas y carnadas de lava que hoy le forman, sino también las que forman sus faldas, hasta larga distancia. Sin embargo, opinan también los mismos autores, que entre ese foco eruptivo y la cordillera de Anaga hubo en lo antiguo otros volcanes secundarios, que llenaron el espacio intermedio; (1) siendo innecesario advertir aquí que Anaga en aquellas remotas épocas no fue una cordillera y una consiguiente serie o sucesión de valles, sino un terreno mucho más unido o menos accidentado.
Es evidente que la formación de los valles de Anaga es debida casi totalmente a la erosión, como lo es en general la de casi todos los valles del mundo; y de ahí puede inferirse que número de siglos ha debido transcurrir para la formación de los actuales valles y profundos barrancos de esa parte de la isla. Aun en el centro y parte Sur de la misma—hacia sus riberas—existen valles y barrancos profundos, que asimismo acusan gran antigüedad; pero todos éstos parecen ser o son realmente posteriores a los del Norte.
Contrayéndonos a Anaga, se observa en esa parte de la isla, y a diferentes alturas, que hay camadas con despojos testáceos o sea de moluscos, terrestres y marítimos. Cerca del fuerte de Paso-Alto, atraviesa la actual carretera que desde la Capital conduce a San Andrés, un suelo de aluvión con restos de moluscos terrestres. Más allá, y ya cerca de San Andrés, hay camadas de lava que envuelven conchas marítimas, camadas que sin duda corrieron, en época remotísima, sobre fondos de mar poco profundos. En muchas o varias otras localidades de esta parte nordeste de la isla, han sido reconocidas camadas análogas, las cuales no hemos visto a causa de no haber explorado esas comarcas. Pero esa clase de formaciones de que hablamos, se ven en muchas otras localidades de estas islas y de fuera de ella, y las hemos visto en varias comarcas de Europa y del vecino continente de África.
Las rocas graníticas y granitóides de Anaga han dado lugar a discusiones acerca de su antigüedad; unos geólogos las creen o sospechan que son del suelo terciario, mientras que otros no las dan mayor antigüedad que la de algunos suelos cuaternarios antiguos. De cualquier modo, esa cuestión es ajena a la existencia de Anaga como isla; por que muchas islas ha habido y hay en las que solamente se han visto terrenos cuaternarios, y en realidad, la antigüedad de los primeros suelos de ese orden se confunde con la de los últimos terciarios. Bien cerca de la ciudad capital del Archipiélago, en el cauce del valle o barranco de Taodio, se ven aún multitud de bloques y cantos rodados que ofrecen alguna variedad en su estructura granitóides.
Barranco de Taodio |
El suelo esquistoso es el que no aparece en Anaga, o no hemos podido descubrirle. Las formaciones anaguesas son en su totalidad volcánicas salvo tal o cual lecho de aluvión y acaso también alguno propiamente sedimentario; esto sucede no sólo en Anaga sino generalmente en toda la isla.
Concluimos estos breves apuntes manifestando nuestro deseo de que otras personas que han visto y examinado con detención la comarca aludida, amplíen estas noticias, y den a conocer con más profundidad y detalles la estructura geológica y curiosidades o notables particularidades que encierra el citado país. Realmente lamentamos que nuestro tan ilustrado como modesto amigo el señor D. Miguel Maffiotte y Larroche, persona que con gran afición y aptitudes ha abordado los estudios geológicos, no siga dando a conocer al público algunas de sus interesantes observaciones, cual lo ha hecho otras veces. En esto como en todo deseamos que se haga luz, y nada nos importa que lo mismo que escribimos sea refutado, en todo o en parte, por todo aquel que tenga razones o fundamentos para ello. Que se haga luz, y nos damos por satisfechos; porque precisamente es siempre eso y no la falsa ciencia lo que perseguimos y lo que deseamos para nosotros mismos y para todo el público.
R. GARCÍA-RAMOS
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