domingo, 16 de noviembre de 2014

ATENAS (III)



                   (Artículo publicado en el Diario de Tenerife el 16 de junio de 1900)

Lamentan algunos viajeros que, siendo Grecia una monarquía constitucional y de las que gozan mayores libertades, se venda en Atenas y por todos partes la justicia.

Eso no es cuestión de  política, sino cuestión de moralidad. Cuando ésta falta, no hay libertad que supla por ella. Así se veía vender la justicia en las antiguas repúblicas griegas, lo mismo que en las italianas. Sin esa degradación moral, no hubiera caído la famosa república Romana; no hubiera descendido ignominiosamente, primero al triunvirato u oligarquía, y después al cesarismo, o sea, a una monarquía que puede llamarse dictadura militar.

»De hecho, dice Mr. About, en Grecia la prensa es libre, la instrucción se da gratuitamente, en todos sus grados, pero la igualdad ante la ley es una quimera.
»E1 poder legislativo se ejerce colectivamente por el rey, la cámara y el senado; los ministros son responsables, y el rey goza todos los derechos concedidos a cualquier monarca constitucional.
»Los diputados son elegidos entre los electores que cuentan más de treinta años de edad, y que a la vez se hallan en la posesión de una propiedad cualquiera, o ejercen una profesión que les permite vivir con independencia. Se les nombra por tres años, y reciben doscientas cincuenta dracmas (1) mensuales, mientras está abierta la Cámara.
»E1 cuerpo electoral le componen; todos los hombres mayores de veinte y chico años, que tienen alguna propiedad, o ejercen cualquiera profesión independiente, en aquella provincia donde políticamente se hallan domiciliados.
»Pero desgraciadamente los electores o los votos se venden y se compran allí por todas partes. La venalidad es después de la fiebre, o antes que ella, la gran calamidad de aquel país. (2) Y de muchos otros, pudiera haber añadido el mismo autor.

Sin embargo, los griegos están orgullosos de haber podido salvar a su famosa Atenas de la destrucción, ya que sucumbieron Argos, Esparta, Tebas, Sicione y Corínto, que es hoy un misero villorrio.

Es de advertir, y ya nos parece haber hecho esta observación anteriormente, que casi todas esas ciudades han venido siendo sucesivamente abandonadas, como Troya, Balbek, Palmira, etc., a causa de la disminución de sus ríos respectivos, algunos de los cuales no han sufrido merma en sus aguas, sino que sus cauces o fuentes han variado de dirección con el transcurso de los tiempos.

Atenas se ha reedificado y repoblado como por encanto. Han afluido allí los griegos y aun los extranjeros, todos los cuales habían respetado por lo general los monumentos antiguos, y aún las ruinas de la antigua ciudad, construyendo por decirlo así otra nueva. Dos grandes calles la atraviesan en cruz, que son la de Eolo y la de Hermes, cuya prolongación es la ruta que conduce al puerto o sea al Píreo. La de Eolo comienza al pié del Acrópolis y se prolonga hasta la cercana aldea de Paticia. La ciudad contaba en 1852 poco más de veinte mil almas; pero hoy su población es verosímil que sea mucho mayor. En el citado año el Ejército griego era poco numeroso, no llegaba a diez mil hombres; pero también debe haber aumentado posteriormente No era que faltase entonces gente para servir en el ejercito, sino que había paz, y era costosa la fuerza armada para una nación tan pobre o de tan módicos recursos; sucedía bajo ese concepto casi lo mismo que en Suiza y en algunos otros países.


También en el año antedicho había ya en a capital de Grecia una Universidad bastante bien montada, siete Liceos, una Escuela politécnica, un Observatorio, Biblioteca, Museo de Historia natural, etc. etc. No debemos omitir que también se contaba entonces en Atenas diez y nueve imprentas, ocho fundiciones de tipografía, diez prensas biográficas, etc.; siendo de advenir que también había varias imprentas en otras ciudades de Grecia, así como también fundiciones de tipos litográficas y en una palabra, todo lo que constituye y señala un pueblo que marcha en vía de progreso, como son Institutos, Escuelas, Casinos, periódicos— en Atenas había a la vez diez y seis diarios, y otros seis fuera de la citada capital. Pero en los campos y aldeas se encuentra el reverso de la medalla; no ha penetrado hasta allí la cultura intelectual, y se vive por decirlo así patriarcalmente.

No sabemos los progresos que se hayan verificado en Grecia en esta segunda mitad de siglo; en la época de que venimos tratando, se vivía en casi toda la nación a la manera antigua, casi como en los tiempos protohistóricos. Como la industria extranjera se ha llevado casi todo el numerario de aquel país, tan atrasado en industria, los cambios se hacían casi siempre en especies, rara vez en dinero, al menos, en los campos y aldeas. Acerca de ello dice el autor que varias veces hemos citado:

«Es Grecia el único país civilizado que conozco, donde la contribución sea pagada en especie. El metálico o numerario es tan raro en los campos, que ha sido preciso apelar a ese modo o manera de recaudación, ora por el sistema de arrendamiento, ora por administración directa.»

Añade, además, que Grecia no puede pagar la gran deuda que se ha creado, ni siquiera sus réditos, que en parte le han sido perdonados—condonados— por Rusia, Inglaterra, Francia y Alemania. ¡Desgraciadas algunas otras naciones tan adeudadas como ella, y que no tienen quien las dispense de igual pago! Bien entendido, que no son los Bancos y Casas particulares los que la han hecho esa gracia. Las casas y personas particulares, por lo general, no prestan para perder. Mr. About dice también, en la 2ª edición de su citada obra—página 298, —que los últimos empréstitos contraídos por el gobierno griego, fueron en verdad desembolsados por casas banqueras particulares; pero que éstas  lo hicieron sobre o bajo la garantía de las naciones protectoras de Grecia, naciones que en realidad han venido pagando casi siempre los intereses. ¿Les cobrarán algún día? Es de creer que no, y que ese desembolso tendrá el carácter de una obra pía o benéfica en favor de aquel pueblo cristiano, de tan gloriosos recuerdos y al que Europa debe su cultura, pueblo que las mismas potencias se glorian de haber sacado de la esclavitud, y cuya existencia entienden que es conveniente para el equilibrio europeo.

En suma, Grecia tiene o tenía una Constitución liberal que resultaba casi ilusoria, porque los gobiernos no la observaban. Se la infringía impunemente a cada paso, y de ello—dice Mr. About— tiene la culpa la nación misma, que se vende a sus mandarines, o lo que es igual, que les vende el sufragio, por lo cual puede decirse que no merece la Constitución que tiene. Sólo falta saber, como antes hemos indicado, si suponiendo que la venalidad cesara, se hallaría en toda Grecia gente íntegra o ilustrada a la que pudiera confiarse los intereses y el porvenir de la patria.

Cualesquiera que sean los destinos de la misma nación, es indudable que Atenas prospera y se engrandece, dando como Roma el raro ejemplo de perpetuar, por decirlo así, la existencia de dos pueblos famosos; cosa que no han logrado hacer Esparta, Babilonia. Nínive, Tebas la egipcia, Troya, Menfis ni otras muchas ciudades célebres, de las que hoy casi no quedan más vestigios que un nombre y un recuerdo mas o menos glorioso en la historia.

Es verdad que el actual pueblo griego, como tantos otros, es una fusión de varios pueblos; pero no debe hacerse mucho pié en diferencias de raza. Acerca de ello ha habido bastante preocupación. Los pueblos del Norte han sido y son hijos o descendientes de los del Mediodía, que en épocas remotas tuvieron que correrse hacia el Septentrión —entonces desierto,—a causa del exceso de población en las regiones templadas. Pero hay mil datos que prueban su comunidad de origen entre ellos el nombre de Dios, —Teos, Teut o Teud— que era uno mismo (3).

                                                                          R. GARCÍA-RAMOS




(1) Doscientas dracmas hacen cosa de ciento ochenta francos o pesetas.
Mr. About asegura que el gobierno helénico no ha dado ni dará cuenta de la inversión de la enorme suma—sesenta millones de francos—que de una sola vez le prestaron las tres potencias protectoras—Rusia, Inglaterra y Francia—Apenas la mitad se ha invertido verdaderamente en beneficio de la nación. Esto lo repite en dos o tres lugares del citado trabajo impreso.

(2) Uno de los mil deplorables efectos de esa venalidad, dice el mismo autor—pag. 332 es la prolongación del ejército de la Cámara. Todos saben, allí, dice que los asuntos que en ella se ventilan pueden ser despachados en dos o tres meses, pero los diputados tardan once o doce meses en hacerlo, para seguir cobrando dietas. 

Falta saber lo que sucedería si no existiera venalidad en las elecciones, esto es, falta saber si sería posible hallar   para diputados algunos hombres  incapaces de estafa a la nación. Peor aún sucede con los senadores, que cobran más en Grecia que los diputados.


(3) De ahí la identidad entre muchísimos nombres antiguos del Norte y Mediodía, tales como Teobald, Teodoric, Tendis, Teudiselo, Teodoredo, Teudímero, etcétera -todos del Norte- y Teodosio, Teófilo, Teotin, Teodoro, Teofanes, Teócrito y muchos otros del Mediodía.     

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