ESTUDIOS HISTÓRICOS.
NOTAS SOBRE LAS ANTIGUAS COLONIAS ESPAÑOLAS EN ITALIA
(Artículo publicado en el Diario de Tenerife el 13 de julio de 1898)
Documentación obtenida de Jable.Archivo de prensa digital de la ULPGC
NOTAS SOBRE LAS ANTIGUAS COLONIAS ESPAÑOLAS EN ITALIA
(Artículo publicado en el Diario de Tenerife el 13 de julio de 1898)
Documentación obtenida de Jable.Archivo de prensa digital de la ULPGC
Según escribe Tucídides (libro 6°) los
pobladores de Sicilia, de que se tiene más antigua noticia, fueron los
lestrígones y los cíclopes, pueblos cuya prehistoria se pierde en las
inextricables redes de la mitología. El mismo autor añade que después de
aquellos pobladores, se habla de los sicanios en la misma isla, y que éstos
fueron aborígenes del país, según dicen unos, o venidos primitivamente desde
España, según afirman otros. Según esta última opinión, que es la más probable,
los sicarios procedían del país ibérico que riega el sicano, río que no se sabe a punto fijo cual fuese, y
de su nombre tomó el de Sicania la isla llamada también Trinacria o Tricaria, por sus tres
promontorios. Las sucesivas invasiones hechas en Sicilia, obligaron a casi
todos los sicanios a retirarse hacia la parte occidental de la misma. Entre esas invasiones la más considerable fue
la efectuada por los sículos de Italia; éstos pueblos cuyo origen se ignora,
venían siendo impelidos hacia el Sur por otros procedentes de las Galias y de la Iliria , y eran llamados
también sicilos, de donde viene el nombre de Sicilia.
Dionisio o Denis de
Halicarnaso (libro, 1°) habla también de los sicanios como pueblo venido de
España, que ocupaba en parte la isla de Tricaria, de la cual añade que fue en
parte desalojado por los sículos; pero estos mismos sícules o sículos no falta
quien opine que procedían también de España desde donde habían pasado a Italia
en remotos tiempos, estableciéndose en casi toda la parte central de dicha península.
Antes o después
pasó también desde España a Italia el famoso Hércules, con un numeroso ejército
compuesto principalmente de españoles, y les estableció en el Lacio y países
limítrofes, es decir, en la misma tierra que poseían los sículos, caso de que
estos no fueran los mismos compañeros de Hércules.
Sabemos bien que
los viajes y conquistas de Hércules han sido en parte elucubraciones
mitológicas; pero sin embargo, algo de histórico parece también haber en
las tales noticias, pues de otro modo no
se explica el culto preferente que en Cádiz (Gades) se le tributaba, de cuya
ciudad y de sus murallas pasaba por ser fundador, o uno de los fundadores, así
como de las célebres columnas o montículos de su mismo nombre. Otros creen que
esas pretendidas columnas fueron simplemente dos alturas o montes naturales
(Ávila y Calpe) a las que figuradamente se dio el nombre de columnas de
Hércules, por haber puesto en sus cimas ciertas pirámides aquel héroe o
semidios.
Sea de ello lo que
fuere, parece ser cosa segura que Hércules, como más tarde Anníbal o Hannibal,
llevó desde España a Italia un
considerable cuerpo de tropas, que dejó establecidas en ese último país cuando
le abandonó o se marchó de allí, suponiendo que se volviera a Grecia, lo cual
es bastante dudoso. Tito Livio en su historia Romana, dedica algunos párrafos a
ese paso de Hércules desde Iberia o España a Italia, y trae algunos detalles
que refiere no como una fábula, sino como hechos reales y positivos de dicho
conquistador.
Pero es cosa muy
dudosa si hubo o no más de un famoso conquistador del mismo nombre, porque los
autores antiguos hablan, además del Hércules griego, de uno fenicio y de otro
egipcio. Tal vez fuera uno solo, cuya verdadera patria se ignora, y al cual
unos pueblos y autores tuvieron por griego, mientras que otros le creyeron
fenicio o egipcio. Esta última opinión (que es la de nuestro historiador
Mariana) se confirma si es cierto que Hércules pasó a España desde África,
donde había vencido al gigantesco Anteo, y que trajo consigo al famoso Atlas o
Atlante y a su hermano Hespero.
En el fondo de
tales relatos, que son el principio de la historia ¿no habrá algún principio de
verdad? Parece haberle, y que la existencia de Hércules, y la de Atlas, aunque
sumamente envueltas en fábulas, no por ello no dejan de ser reales y positivas.
De Atlas se asegura que a su vez pasó desde España a Italia al frente de sus
tropas y que ahí tenemos una nueva colonización de españoles de la península
italiana.
Si damos crédito a
Filistio de Siracusa, los sículos o sicilos fueron unos pueblos de iberia, que
tomaron su nombre del rey Sículo, hijo de Atlas, y con él pasaron también a
Italia. Todo esto, como se ve es confuso o dudoso, como cualquiera otra
historia de aquellos tiempos; pero nuestros antiguos historiadores cuentan al
tal Sícuio o Sicilo en el número de los reyes de Iberia.
En estas cuestiones
y estudios no debemos los españoles alucinarnos por el amor patrio; pero tampoco debemos creer ciegamente a los
extranjeros que aseguran ser fabulosas esas nociones que acabamos de consignar.
Otro juicio les mereciera si se tratara de su propio país, esto es, si lo dicho
aquí de España y de sus reyes o de sus pueblos, lo vieran escrito desde lo
antiguo acerca de su país respectivo. En tal caso, no sólo dejaría de
parecerles fabuloso todo o casi todo
eso, sino que quizá aumentarían no poco los dalos que les favorecieran,
ampliando las investigaciones históricas y sacando consecuencias y deducciones,
muchas de ellas traídas por los cabellos, basta dejar bien probado todo lo que les acomodara. No dejarían de hacer ver que
antes de venir las luces o cultura de Oriente a Occidente, hubo otra
época en que sucedió lo contrario. Pero España tiene la desgracia de que se la
nieguen, o al menos se le nieguen no solo sus glorias un tanto problemáticas,
sino hasta algunas otras que debieran estar fuera de duda para todo el mundo.
Los extranjeros hubieran (esta vez con razón)
atribuido un gran valor al testimonio de Filisto o Filiátio, siracusano de
grande ilustración y superiores conocimientos, al cual apenas mencionan Mariana y otros autores que han
tratado la historia de España. Fue aquel personaje un cercano pariente del rey
Denis o Dionisio, en el cuarto siglo antes de nuestra Era, y debía hallarse
bien impuesto de la historia de su propia nación. Su historia de Sicilia
mereció los aplausos de y de muchos eruditos antiguos y modernos,
comparándole algunos a Tucídides, por su veracidad y la elegancia de su estilo.
Cicerón le llamaba el segundo o el pequeño Tucídides. Creemos que estas
circunstancias serian sobradas para que, si en lugar de referirse aquel autor
siciliano a un rey de España, hubiera dicho lo mismo respecto a un soberano de
cualquiera délas otras naciones más cultas de Europa, los autores de esta
nacionalidad probaran hasta la saciedad que los sículos fueron sus
compatriotas, y que no solamente poblaron la Sicilia y la Italia , sino que de ellos salió principalmente el
gran poder y la gran civilización de la nación Romana.
No hubieran dejado
de hacer ver que los sículos han hecho, desde mucho antes de fundación de Roma,
hasta nuestros mismos días, un gran papel en Italia, cuya parte meridional ha
sido conocida por todo el mundo bajo el nombre de Dos Sicilias, y que la misma
Roma fue fundada en el país de los sículos o sicilianos, todo lo cual es
exacto; pero eso todo lo admitirían sin discusión, si ese famoso pueblo no
hubiera salido de España, sino puede otra cualquiera de las naciones aludidas,
y en este caso se unirían las que n o resultaran favorecidas, para disputar sus
derechos a la verdadera y primitiva patria del pueblo siciliano.
R.
GARCÍA-RAMOS
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