lunes, 6 de octubre de 2014

 ESTUDIOS HISTÓRICOS.
 NOTAS SOBRE LAS ANTIGUAS COLONIAS ESPAÑOLAS EN ITALIA

                     (Artículo publicado en el Diario de Tenerife el 13 de julio de 1898) 
                                Documentación obtenida de Jable.Archivo de prensa digital de la ULPGC

Según escribe Tucídides (libro 6°) los pobladores de Sicilia, de que se tiene más antigua noticia, fueron los lestrígones y los cíclopes, pueblos cuya prehistoria se pierde en las inextricables redes de la mitología. El mismo autor añade que después de aquellos pobladores, se habla de los sicanios en la misma isla, y que éstos fueron aborígenes del país, según dicen unos, o venidos primitivamente desde España, según afirman otros. Según esta última opinión, que es la más probable, los sicarios procedían del país ibérico que riega el sicano,  río que no se sabe a punto fijo cual fuese, y de su nombre tomó el de Sicania la isla llamada también  Trinacria o Tricaria, por sus tres promontorios. Las sucesivas invasiones hechas en Sicilia, obligaron a casi todos los sicanios a retirarse hacia la parte occidental de la misma.  Entre esas invasiones la más considerable fue la efectuada por los sículos de Italia; éstos pueblos cuyo origen se ignora, venían siendo impelidos hacia el Sur por otros procedentes de las Galias y de la Iliria, y eran llamados también sicilos, de donde viene el nombre de Sicilia.

Dionisio o Denis de Halicarnaso (libro, 1°) habla también de los sicanios como pueblo venido de España, que ocupaba en parte la isla de Tricaria, de la cual añade que fue en parte desalojado por los sículos; pero estos mismos sícules o sículos no falta quien opine que procedían también de España desde donde habían pasado a Italia en remotos tiempos, estableciéndose en casi toda la parte central  de dicha península.

Antes o después pasó también desde España a Italia el famoso Hércules, con un numeroso ejército compuesto principalmente de españoles, y les estableció en el Lacio y países limítrofes, es decir, en la misma tierra que poseían los sículos, caso de que estos no fueran los mismos compañeros de Hércules.

 Sabemos bien que los viajes y conquistas de Hércules han sido en parte elucubraciones mitológicas; pero sin embargo, algo de histórico parece también haber en las tales noticias, pues de otro modo no se explica el culto preferente que en Cádiz (Gades) se le tributaba, de cuya ciudad y de sus murallas pasaba por ser fundador, o uno de los fundadores, así como de las célebres columnas o montículos de su mismo nombre. Otros creen que esas pretendidas columnas fueron simplemente dos alturas o montes naturales (Ávila y Calpe) a las que figuradamente se dio el nombre de columnas de Hércules, por haber puesto en sus cimas ciertas pirámides aquel héroe o semidios.

 Sea de ello lo que fuere, parece ser cosa segura que Hércules, como más tarde Anníbal o Hannibal, llevó desde  España a Italia un considerable cuerpo de tropas, que dejó establecidas en ese último país cuando le abandonó o se marchó de allí, suponiendo que se volviera a Grecia, lo cual es bastante dudoso. Tito Livio en su historia Romana, dedica algunos párrafos a ese paso de Hércules desde Iberia o España a Italia, y trae algunos detalles que refiere no como una fábula, sino como hechos reales y positivos de dicho conquistador. 

 Pero es cosa muy dudosa si hubo o no más de un famoso conquistador del mismo nombre, porque los autores antiguos hablan, además del Hércules griego, de uno fenicio y de otro egipcio. Tal vez fuera uno solo, cuya verdadera patria se ignora, y al cual unos pueblos y autores tuvieron por griego, mientras que otros le creyeron fenicio o egipcio. Esta última opinión (que es la de nuestro historiador Mariana) se confirma si es cierto que Hércules pasó a España desde África, donde había vencido al gigantesco Anteo, y que trajo consigo al famoso Atlas o Atlante y a su hermano Hespero.

En el fondo de tales relatos, que son el principio de la historia ¿no habrá algún principio de verdad? Parece haberle, y que la existencia de Hércules, y la de Atlas, aunque sumamente envueltas en fábulas, no por ello no dejan de ser reales y positivas. De Atlas se asegura que a su vez pasó desde España a Italia al frente de sus tropas y que ahí tenemos una nueva colonización de españoles de la península italiana.

 Si damos crédito a Filistio de Siracusa, los sículos o sicilos fueron unos pueblos de iberia, que tomaron su nombre del rey Sículo, hijo de Atlas, y con él pasaron también a Italia. Todo esto, como se ve es confuso o dudoso, como cualquiera otra historia de aquellos tiempos; pero nuestros antiguos historiadores cuentan al tal Sícuio o Sicilo en el número de los reyes de Iberia.

 En estas cuestiones y estudios no debemos los españoles alucinarnos por el amor patrio;  pero tampoco debemos creer ciegamente a los extranjeros que aseguran ser fabulosas esas nociones que acabamos de consignar. Otro juicio les mereciera si se tratara de su propio país, esto es, si lo dicho aquí de España y de sus reyes o de sus pueblos, lo vieran escrito desde lo antiguo acerca de su país respectivo. En tal caso, no sólo dejaría de parecerles fabuloso todo  o casi todo eso, sino que quizá aumentarían no poco los dalos que les favorecieran, ampliando las investigaciones históricas y sacando consecuencias y deducciones, muchas de ellas traídas por los cabellos, basta dejar bien probado todo lo que les acomodara. No dejarían de hacer ver que antes de venir las luces o cultura de Oriente a Occidente, hubo otra época en que sucedió lo contrario. Pero España tiene la desgracia de que se la nieguen, o al menos se le nieguen no solo sus glorias un tanto problemáticas, sino hasta algunas otras que debieran estar fuera de duda para todo el mundo.

  Los extranjeros hubieran (esta vez con razón) atribuido un gran valor al testimonio de Filisto o Filiátio, siracusano de grande ilustración y superiores conocimientos, al cual apenas  mencionan Mariana y otros autores que han tratado la historia de España. Fue aquel personaje un cercano pariente del rey Denis o Dionisio, en el cuarto siglo antes de nuestra Era, y debía hallarse bien impuesto de la historia de su propia nación. Su historia de Sicilia mereció los aplausos de y de muchos eruditos antiguos y modernos, comparándole algunos a Tucídides, por su veracidad y la elegancia de su estilo. Cicerón le llamaba el segundo o el pequeño Tucídides. Creemos que estas circunstancias serian sobradas para que, si en lugar de referirse aquel autor siciliano a un rey de España, hubiera dicho lo mismo respecto a un soberano de cualquiera délas otras naciones más cultas de Europa, los autores de esta nacionalidad probaran hasta la saciedad que los sículos fueron sus compatriotas, y que no solamente poblaron la Sicilia y la Italia, sino que de ellos salió principalmente el gran poder y la gran civilización de la nación Romana. 

 No hubieran dejado de hacer ver que los sículos han hecho, desde mucho antes de fundación de Roma, hasta nuestros mismos días, un gran papel en Italia, cuya parte meridional ha sido conocida por todo el mundo bajo el nombre de Dos Sicilias, y que la misma Roma fue fundada en el país de los sículos o sicilianos, todo lo cual es exacto; pero eso todo lo admitirían sin discusión, si ese famoso pueblo no hubiera salido de España, sino puede otra cualquiera de las naciones aludidas, y en este caso se unirían las que n o resultaran favorecidas, para disputar sus derechos a la verdadera y primitiva patria del pueblo siciliano.



                                                                                                   R. GARCÍA-RAMOS

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