LOS ATLANTES
(Artículo publicado en el Diario de Tenerife el 9 de
marzo de 1898)
Hay una noción, indicada por nuestro Viera Clavijo — libro 2º, párrafo 2.°,—en la cual me parece no se han fijado bastante los diversos autores que han tratado acerca del origen de los canarios o guanches; noción que consiste en cierta noticia de una nación antiquísima de atlantes, establecida en la parte mas occidental del viejo mundo, y para cuya existencia no se hace preciso admitir la de
Antes de pasar
adelante, hagamos una salvedad. No negamos ni afirmamos la existencia de dicha
región sumergida; pero si acaso existió, bien pudiera ser ella la que dio su
nombre al mar Atlántico; dicho esto, volvamos al asunto de los presentes
renglones, empezando por copiar las palabras de Viera. Refiérese este autor a
los que han opinado que nuestros guanches pudieran haber sido un resto o
reliquia de la nación de los atlantes; y luego añade por su propia cuenta, las
siguientes palabras:
Quizás volveríamos
a embarazarnos aquí con las dificultades sobre la isla Atlántida de Platón, si
para probar la existencia de los hombres Atlántidas fuera precisa la existencia
de aquella tierra; pues aun los mismos, que la consideran fabulosa, reconocen
que hacia el Occidente de África y Europa, hubo una nación antiquísima de Atlántidas como la hubo de pelasgos en Grecia, de
aborígenes en Italia, y de autoctones en las Galias; la cual era una
colonia de egipcios, descendientes de Neptuno, esto es, habitantes del Océano,
magno, cuyas guerras con los pueblos más allá de las Columnas de Hércules,
dejaron no so que confusa memoria en la tradición de los hombres. De manera que
esta especie de gente debe ser tenida por el tronco fecundo de cuantos en lo
primitivo habitaron nuestras islas y sus contornos.
Mapa antiguo en el que aparece la supuesta Atlántida |
Esa existencia de
los atlantes sin la
Atlántida , se explica teniendo en cuenta lo famoso que fue el
rey Atlas africano, y otras circunstancias (que mencionaremos después; y si
hubo tal nación de atlantes, es a su vez sumamente verosímil que de ella, mas
bien que de la cordillera mauritana (que ni aún se divisa desde el mar) tomase
nombre el hasta entonces llamado Océano occidental.
Según la mitología,
que es el principió de la historia, el famoso Atlas fue uno de los titanes,
hermano de Prometeo, de Epimeteo, y de Menecio, hijos de Japeto y de Climene,
una de las ninfas oceánidas; casó con Pleyone, y en ella tuvo siete hijas,
llamadas Pleyades, y también Atlántides;
y reinó en la Mauritania o sea la parte occidental del África
superior.
Pero el Oráculo de Themis se asegura que le
había anunciado que un día sería atacado y destronado o desposeído de su reino
por un descendiente de Júpiter, advertencia que Atlas tomó muy en cuenta, así
fue que cuando supo que su huésped el famoso Perseo era uno de los
descendientes o hijos de aquel dios, tomó por vía de buen gobierno la
resolución de echarlo de su país, con o sin palabras de buena crianza; pero no
sabía con quien se las había, y Perseo a su vez por toda contestación le puso
delante la horrible cabeza de Medusa, con lo que bastó para que Atlas quedara
convertido en un monte elevadísimo, que no falta quien asegure es nuestro
pico de Teide.
¿Quien, a través de esas ficciones mitológicas, no entrevé algo de histórico, por lo menos la existencias del Atlas y su dominio o señorío en el África occidental? Tenemos además otras noticias del mismo soberano o monarca, las cuales aunque envueltas también en fábulas, no dejan de ser apreciables y dignas de ser tenidas en cuenta, sobre todo tratándose de unos tiempos ya tan remotos, acerca de los cuales por desgracia todas las nociones son de la misma índole.
Se lee en varias obras antiguas que desde África pasó a Iberia, al mismo tiempo que el famoso Hércules, un príncipe o magnate llamado Héspero, que se unió a aquel conquistador y le secundó eficazmente en sus empresas y que este Héspero fue hermano (otros dicen hijo) de Atlas, y y sucedió a Hércules en el mando de
Añaden dichas
crónicas que el mismo Atlas pasó a Italia, con un grande ejército compuesto
principalmente de gentes de Iberia, y que se apoderó de casi toda la isla de
Sicilia, y de una parte de la península Italiana. Lo cierto es que los antiguos
historiadores romanos (y aún griegos) dicen que en época remota pasaron a
Sicilia en son de conquista algunas gentes de España o Iberia.
De todo ello puede inferirse como cosa
verosímil que existió un famoso personaje, conquistador o rey llamado Atlas o
Atlante, que pasando el Estrecho de las Columnas, se anticipó muchos siglos a
los mahometanos que hicieron lo mismo cuando en España dominaban los godos.
Y como a ambos lados
del Estrecho había soberanos de aquel mismo nombre, pudiera bien suceder que
por ello fuesen llamados atlantes los pueblos del Occidente, según se ha visto
muchas veces en diversos países, esto es, que de los reyes han tomado nombre los
pueblos. Eso es verosímil, pero no lo es tanto que los atlantes de aquella época
vinieran a las Canarias; preciso sería para ello que su marina se hubiera anticipado
a la fenicia y cartaginesa en los progresos de la navegación, o que
admitiéramos otra hipótesis no menos aventurada, cual es que las islas orientales
del grupo Canario se extendieran en aquellos tiempos hasta cerca del Continente
inmediato. En realidad, el continuo embate de las olas puede bien ocasionar una
reducción grande en un país cualquiera, además de los rápidos o lentos
hundimientos que en muchas partes se han observado y se observan aún. Hasta el
mar pudiera haber venido en aumento, de muchos siglos a esta parte, y cubierto una gran porción de costas
y terrenos bajos.
Decíamos que de los
reyes han tomado nombre muchos pueblos; pero acaso en África hubiera pueblos
que se llamaran así, y lo mismo varios de sus monarcas, sin que precisamente
pasara el nombre de estos a aquellos, ni viceversa. Esto es muy posible, y
también lo es que de los unos y los otros tomasen su nombre el mar inmediato, o
sea el mar Atlántico.
La voz atlas, que
tiene realmente cierto aire de africana parece, significaba valiente o fuerte
(quizá fuera sinónima de gigante), y de ella se derivó el nombre de atleta,
que desde fecha muy remota se daba a los hombres agigantados o muy frozudos,
que luchaban en los espectáculos públicos. Es bastante verosímil que tomaran el
epíteto de atlantes o atlántides (que vale lo mismo) ciertas gentes o pueblos
que se distinguían por su talla aventajada y por sus fuerzas, cualidades muy
estimadas por los antiguos;
y estas, consideraciones corroboran la idea o noticia histórica, de que hubo,
en otro tiempo un gran pueblo de ese nombre que se extendía por las dos orillas
del Mediterráneo hasta el Océano, y por Norte y Sur del estrecho en que
Hércules implantara el Non plus ultra.
¿Y quien sabe si el
nombre de Atlántida no sería primitivamente un adjetivo, que se aplicó a la
famosa tierra celebrada por Platón? . Tal vez se la llamara la grande al
Océano el mar grande (esto es, atlántico), lo mismo que se llamó Atlas á la
cordillera mauritana, por su elevación y grandeza. En tal caso, ya tenemos
también una explicación del nombre antiguo de la isla de Tenerife y de su monte
gigantesco.
Hemos dicho que es dudoso que los atlantes del Continente
pasaran a las Canarias; pero no por ello se puede decir qué los atlantes no
fueron los primitivos habitantes de este archipiélago.
Estuvieran o no
unidas en lo antiguo al Continente, en las mismas islas no hay inconveniente en
suponer una población de igual linaje que la continental, hipótesis que se hace
tanto más verosímil cuanto más verosímil parece que en un tiempo el país
Canario, no estuvo separado por el mar de la tierra firme Africana.
No obstante eso, y
sin negar que en época remotísima fuera un mismo linaje de gente el que poblaba
este archipiélago (o tierra firme) y la parte vecina del Continente, cosa a la
verdad sumamente verosímil, Sin embargo, nos parece dudoso que los atlantes
llegaran hasta la costa de África fronteriza. Más bien nos inclinamos a creer
que ya en estas latitudes era otra gente la que ocupaba el país, si bien
pudiera tener mucha o poca afinidad con aquella, y quizá una y otra procedieran
de un tronco común. Acaso una y otra vinieran del Egipto, país que según muchos
creen, fue la cuna de toda la población del África.
Admitiendo con los
Sres Webb y Berthelot, y con otros varios naturalistas, que las Canarias fueron
y son una prolongación de la gran cordillera mauritana, pudiera admitirse como
cosa algún tanto verosímil que los atlantes extendieran la dominación
hasta nuestras islas (entonces tierra firme); pero resulta verosímil también
que no fueran ellos los primitivos pobladores de este país; y si los atlantes
no fueron autoctones o aborígenes de la tierra occidental que ocuparon,
hallarían probablemente en ella otra gente acaso poco numerosa (atendida la
antigüedad de esa conquista o colonización ) gente que como ya hemos dicho, no
hay dificultad en suponerla también venida en lo antiguo de otra parte, bien
sea el Egipto (como lo creen o suponen varios autores), bien la Etiopia , o cualquiera otra
región del Continente.
**
Antes de terminar
estos apuntes sobre los atlantes, diremos dos palabras sobre el tan famoso
cuanto problemático país de aquel nombre, país que los mismos sacerdotes
egipcios describían confusamente y de una manera que bien puede llamarse
fabulosa: En primer lugar, no solamente le llaman isla, sino que también dicen
que era un verdadero continente; pero falta saber el concepto que ellos
o Solón tenían formado del significado de las voces isla y continente.
Después de todo, falta también saber si Solón interpretó bien las frases de
los egipcios, dado que Platón copiara fielmente las noticias dadas por Solón, o
que estas noticias llegaran a poco más o menos sin alteración hasta aquel
filósofo; y por último, tampoco puede asegurarse que los diversos escritores o
copistas que sucesivamente han venido transcribiendo a Platón, no hicieran lo
de siempre, esto es, alterar poco o mucho los textos.
Si hubo tal
Atlántida, lo mismo pudiera ser un país hoy sumergido en su casi totalidad, que
ser el continente Americano, al cual era y es fácil pasar desde Europa,
navegando desde la antigua Thule, que se opina ser la actual Islandia.
El país o la tierra
que decían los fenicios que el mar cubría y descubría alternativamente, dejando
en seco un prodigioso número de peces ¿no sería el famoso banco de Terranova?
La misma observación
hizo el veneciano Caboto, cuando descubrió dicho banco en 1497; pero según se
dice los peces que vio en esa ocasión eran bacalaos, mientras que se cree que
los fenicios hablaban de atunes, si acaso ha podido interpretarse fielmente el
nombre que dieron a dichos peces, cosa que nos parece bastante dudosa.
Y pues que
nombramos a aquel célebre viajero veneciano, primero que llegó al continente de
America (sin saber quiera tal continente), en los tiempos del Renacimiento o
sea en los primeros tiempos modernos, añadiremos que Colón llegó al mismo
continente, aunque por otra parte muy distante de aquella, en el año 1498,
durante su tercer viaje a las Indias (como entonces decían); y que al año
siguiente o sea en 1499 fue cuando llegó por primera vez Américo Vespucio,
acompañando al capitán Ojeda, que era el jefe de esa expedición.
Marco Polo y Mandeville
llamaron la atención de Europa celebrando aquellas islas por sus productos en
especería y en maderas tintóreas, y sobre todo, haciéndolas pasar por islas
oceánicas, a las cuales se podía pasar desde Europa por el Oeste. Ambos autores
creían que con algún valor y resolución, cualquier hombre práctico en la
navegación llegaría sin mucho trabajo a las tales islas, cuyos productos eran
carísimos en las naciones occidentales, a causa de la enorme distancia desde
donde les traían, casi siempre por tierra, desde los tiempos del gran imperio
Romano y quizá desde mucho antes.
Por otra parte, ya
era sabido desde largo tiempo que las maderas tintóreas se extraían de las
islas oceánicas (del Atlántico), y esto contribuía a robustecer la opinión de
que éstas eran las mismas que citaban aquellos dos viajeros en sus escritos; y
como además el palo brasil se halló después en el continente Americano, a su
vez esta circunstancia robusteció la opinión de los atlantistas, es decir, que
Platón no nos contó una de tantas fábulas como en su tiempo corrían, muchas de
las cuales eran tomadas por historia. Creyóse, pues, por muchísimas personas
que la Atlántida
existió, y que pudiera haberse extendido hasta la misma América, o ser ésta una
parte de aquélla. En la Edad
Media.y primeros tiempos modernos, toda o casi toda madera
tintórea era llamada brasil; y cuando se encontró el palo de Campeche, en
Méjico y otras regiones americanas, también le dieron aquel nombre durante
largo tiempo. En resumen, brasil o Campeche, abundaba en el continente y en las
islas americanas (del Atlántico), siendo uno de los principales artículos de
comercio y exportación para Europa. Esto nos hace recordar que el citado Ojeda fue
expulsado de la isla Española o Haití, por haber mandado hacer en ella (o
dejado hacer a su gente) un gran corte de brasil, corno entonces decían, sin hallarse
previamente autorizado por Colón. Parece que don Cristóbal o su hermano
Bartolomé Colón, que entonces mandaba en esa isla, tenía prohibido que en las
Antillas se comerciara o se exportara tal madera, sin orden o facultad concedida
por ellos. Por lo menos todo el que cortaba brasil estaba obligado al pago de
ciertos derechos o parte de aquella madera.
¿Y quién sabe si
los famosos árboles que manaban sangre no serían también árboles americanos?
Hasta hoy crece en América una especie del género dragón o drago, y es
constante que desde el tiempo o época de las navegaciones de los fenicios, se
venía a buscar la sangre de dragón (como ellos decían) a las islas del Atlántico
Los dragos se han hallado no sólo en las Canarias, sino también en otras islas
de este mar, inclusas las Azores e islas de Cabo Verde, y en el continente
Africano, si bien la especie de que principal o exclusivamente se ha extraído la sangre es la que crece en
nuestras islas.
No podemos menos de
anotar, a propósito de lo dicho, que según Aristóteles los fenicios llegaban en
sus exploraciones hasta las islas de Cabo Verde; así lo consigna el autor de la Aplicación de la Geografía a la Historia (Braconnier), y
lo confirman otros varios datos escritos. Además, es bastante sabido que los
púnicos o púnices (nombre común a los cartagineses y fenicios) tenían colonizado
el litoral occidental de Africa, y del mismo extraían considerables riquezas o
producciones del país; eran los puertos de la Bética , hoy Andalucía, el centro de ese comercio:
y cuando más tarde los romanos se posesionaron de la Iberia , continuaron siendo
dichos puertos el punto de partida, y regreso de los infinitos buques mercantes
que surcaban el Atlántico, y el principal de pósito de las mercancías, por esta
parte del globo. Los romanos no atacaron el comercio de sus provincias, sino
por el contrario, lo favorecieron y aumentaron por la utilidad que les
reportaba. Esté gran pueblo no fue solamente conquistador, sino también
civilizador, y no quiso ceder o hacer menos, que otros en descubrimientos
marítimos y continentales, industria y comercio. Miles de datos lo comprueban,
aun faltando los muchísimos que se han perdido en el curso de los tiempos;
citaremos uno solo de los que se tiene noticia y que hace comprender cuanto
progresó la nación romana en su movimiento marítimo: Elio Galo, gobernador de
Egipto en el siglo de Augusto, hizo partir una flota de ciento veinte buques
para que explorasen mejor las ya conocidas costas asiáticas del Mediodía y
Naciente, hasta lo más remoto de las Indias o sea las tierras orientales; y
cuando esto y mucho más se hizo por Oriente, no puede negarse la probabilidad de
que por Occidente se hiciera otra tanto.
R. GARCÍA-RAMOS
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