(Artículo publicado el 20 de enero de 1898 en el Diario de Tenerife)
Documentación obtenida de Jable.Archivo de prensa digital de la ULPGC
I
Es cosa bien sabida
que en los tiempos antiguos, y particularmente en la Edad Media, ni se conocía la
imprenta ni siquiera estaba generalizado el arte de escribir. De ello resulta
que sean tan escasas las noticias escritas en aquellas épocas que mas de la
falta de las mismas que también resultaba de haberse perdido, con el transcurso
do los siglos, una multitud de relaciones escritas.
Así no hay que
juzgar de los viajes efectuados en la antigüedad, por el corto número de
relaciones que han podido llegar hasta nosotros; es decir, que se juzgaría muy
equivocadamente, si llegara a suponerse que el Atlántico no ha sido surcado
otras muchas veces, sino tan sólo aquellas de que se hace memoria en los
trabajos escritos. Contrayéndonos a ese
gran periodo de tiempo llamado la
Edad Media , se ofrecen en primer término las empresas marítimas
o navegaciones de los árabes, cuyo vasto imperio se extendía por casi toda el
África y una buena parte de Europa. Los árabes fueron los sucesores de los
fenicios y de los cartagineses en el dominio o señorío de los mares; y en
realidad bajo el nombre de árabes deben comprenderse también los mismos sucesores o descendientes de cartagineses y fenicios. Los
árabes, repetimos, que alcanzaron durante la Edad Media una
civilización superior a la de casi todo el resto del mundo, no sólo se distinguieron
por sus obras monumentales en los países que dominaron, obras de que son buena
muestra la Catedral
de Córdoba, la Giralda
de Sevilla, la Alhambra
de Granada; sino que también hicieron progresos muy notables en la construcción
de buques y en general en el arte de la navegación.
Casi todos los geógrafos e historiógrafos de esa nación
hablan de las islas oceánicas o atlánticas, y aunque ponderan los peligros de
la navegación en este mar, en verdad poco conocido en su tiempo, dan sin
embargo muchas noticias que indican claramente que los navegantes de su tiempo
y anteriores las habían visitado diferentes veces.
Edrisi fija en las
Afortunadas el primer meridiano, como lo hizo Tolomeo, y siguiendo a este autor cuenta seis islas eternas o
bienaventuradas. Pueden leerse en dicho autor árabe, o en los extractos del
mismo que aducen nuestros modernos historiadores, algunas curiosas relaciones
sobre las Canarias, en particular la navegación de los maghruinos o
maghrurinos, que huelga repetirla aquí. Tampoco hemos de detenernos en referir
en este conciso apunte otras relaciones, ya conocidas que dejaron escritas
Abulfeda, Ebn Fathimah, Said, Onardi, etc.
Bekri describe las
Canarias como pudiera hacerlo cualquier poeta latino o griego. Khaldun refiere
varias expediciones de franco o
europeos a las mismas islas, que dice saquearon, y da noticias muy curiosas
sobre sus habitantes. Mohamed Dimashki no es menos explícito, si bien estos
autores como los europeos de aquellos tiempos, mezclan las noticias históricas
con fábulas tan pronto halagadoras y risueñas, tan pronto desagradables y
terroríficas, en todo lo cual se complacían y quizá añadían algo de su propia
inventiva. Pero ningún autor árabe, que sepamos, habla
tan clara y explícitamente de nuestras islas como Ebn o Ibn el Kouthiah,
según la interesantísima relación que debemos al Sr. Ossuna Saviñon.
Desgraciadamente esta relación citada por Ossuna no ha
podido hallarse original, hasta la fecha en que escribimos; pero aun así tal cómo
la tenemos merece nuestro crédito y constituye uno de los mejores datos para el estudio que nos
ocupa. No la reproducimos aquí por que tratamos el asunto muy breve mente, y
por otra parte, ya es bastante conocida del público.
Los expedición de
Oria y los hermanos Vivaldi —genoveses—que según parece no aportó a las Canarias,
es curiosísima como una entre varias otras pruebas de que la empresa de
Cristóbal Colón fue intentada diferentes veces. En efecto, desde antes de los
tiempos de Colón se buscaba el paso a las Indias por el Oeste, paso que se
esperaba facílitaría mucho el comercio con aquellas regiones, y
promovería el descubrimiento de nuevos países. Navegando siempre hacia
Occidente, se decía, había necesariamente de hallarse tierra, y los que sabían
que nuestro planeta es esférico, no dudaban que se llegaría a la India por esta nueva vía. No
era tanto la ciencia como el valor o ánimo, lo que se necesitaba para acometer
tamaña empresa, intentada sin fruto diferentes veces, y cuando por último Colón
y Pinzón la realizaron, ignoraban que habían descubierto un nuevo Continente, y
le tomaron por las Indias, esto es, por una parte del Asia, y por ello le
llamaron Indias occidentales.
Oria, Vivaldi y
tantos otros no fueron tan felices, aunque igualmente animosos. Es más, algunos
expedicionarios se asegura llegaron antes que Colón a las Américas; pero o no
volvieron, o se perdió casi la memoria de sus atrevidas empresas, que después
fueron puestas en duda, y hasta reputadas fabulosas. No hablamos aquí de otros
viajes que fueron debidos a la casualidad, como el conocido del piloto español Alonso Sánchez de Huelva.
Sin embargo, el
itinerario que siguieron los citados genoveses, precursores de Colón y de Gama
es bastante problemático; pues se dice por varios autores que su proyecto fue
solamente doblar el cabo de Buena Esperanza o de las Tempestades, y encaminarse
por allí a la India. Sea
de esto lo que fuere, es constante que en diferentes tiempos se intentó por los
genoveses, venecianos, Catalanes y mallorquines, durante la Edad Media , pasar a las
Indias por el Oeste; y que lo mismo puede decirse de los «árabes, cuando
dominaban en la península Ibérica, y después de ellos los castellanos,
vizcaínos, lusitanos y otros pueblos de la misma península.
Otro día
terminaremos estas apuntaciones con un breve relato de otras expediciones y.
viajes por el Atlántico, posteriores a los que acabamos de citar; concluyendo
hoy con una observación, cuales que el número infinito de islas que los autores
árabes suponen en este mar, ha parecido exagerado a varios autores modernos,
por que no se han fijado mas que en las Canarias, Madera y Puerto Santo—con sus
islotes adyacentes,—las Azores y algunas otras; pero hay que tener en cuenta que
los árabes hablan de todas las islas del Océano occidental, y cuentan naturalmente
en ellas el grupo innumerable de las Británicas, que aun otros autores que no
son árabes no han podido contar o enumerar.
R. GARCÍA-RAMOS
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