jueves, 18 de septiembre de 2014

VIAJES AL ATLÁNTICO DURANTE LA EDAD MEDIA



                 (Artículo publicado el 20 de enero de 1898 en el Diario de Tenerife)
                         Documentación obtenida de Jable.Archivo de prensa digital de la ULPGC


I
 Es cosa bien sabida que en los tiempos antiguos, y particularmente en la Edad Media, ni se conocía la imprenta ni siquiera estaba generalizado el arte de escribir. De ello resulta que sean tan escasas las noticias escritas en aquellas épocas que mas de la falta de las mismas que también resultaba de haberse perdido, con el transcurso do los siglos, una multitud de relaciones escritas.

 Así no hay que juzgar de los viajes efectuados en la antigüedad, por el corto número de relaciones que han podido llegar hasta nosotros; es decir, que se juzgaría muy equivocadamente, si llegara a suponerse que el Atlántico no ha sido surcado otras muchas veces, sino tan sólo aquellas de que se hace memoria en los trabajos escritos.  Contrayéndonos a ese gran periodo de tiempo llamado la Edad Media, se ofrecen en primer término las empresas marítimas o navegaciones de los árabes, cuyo vasto imperio se extendía por casi toda el África y una buena parte de Europa. Los árabes fueron los sucesores de los fenicios y de los cartagineses en el dominio o señorío de los mares; y en realidad bajo el nombre de árabes deben comprenderse también los mismos sucesores o descendientes de cartagineses y fenicios. Los árabes, repetimos, que alcanzaron durante la Edad Media una civilización superior a la de casi todo el resto del mundo, no sólo se distinguieron por sus obras monumentales en los países que dominaron, obras de que son buena muestra la Catedral de Córdoba, la Giralda de Sevilla, la Alhambra de Granada; sino que también hicieron progresos muy notables en la construcción de buques y en general en el arte de la navegación.

Casi todos los geógrafos e historiógrafos de esa nación hablan de las islas oceánicas o atlánticas, y aunque ponderan los peligros de la navegación en este mar, en verdad poco conocido en su tiempo, dan sin embargo muchas noticias que indican claramente que los navegantes de su tiempo y anteriores las habían visitado diferentes veces.

 Edrisi fija en las Afortunadas el primer meridiano, como lo hizo Tolomeo, y siguiendo a  este autor cuenta seis islas eternas o bienaventuradas. Pueden leerse en dicho autor árabe, o en los extractos del mismo que aducen nuestros modernos historiadores, algunas curiosas relaciones sobre las Canarias, en particular la navegación de los maghruinos o maghrurinos, que huelga repetirla aquí. Tampoco hemos de detenernos en referir en este conciso apunte otras relaciones, ya conocidas que dejaron escritas Abulfeda, Ebn Fathimah, Said, Onardi, etc.

 Bekri describe las Canarias como pudiera hacerlo cualquier poeta latino o griego. Khaldun refiere varias expediciones de franco o europeos a las mismas islas, que dice saquearon, y da noticias muy curiosas sobre sus habitantes. Mohamed Dimashki no es menos explícito, si bien estos autores como los europeos de aquellos tiempos, mezclan las noticias históricas con fábulas tan pronto halagadoras y risueñas, tan pronto desagradables y terroríficas, en todo lo cual se complacían y quizá añadían algo de su propia inventiva. Pero ningún autor árabe, que sepamos, habla tan clara y explícitamente de nuestras islas como Ebn o Ibn el Kouthiah, según la interesantísima relación que debemos al Sr. Ossuna Saviñon.

Desgraciadamente esta relación citada por Ossuna no ha podido hallarse original, hasta la fecha en que escribimos; pero aun así tal cómo la tenemos merece nuestro crédito y constituye uno de los mejores datos para el estudio que nos ocupa. No la reproducimos aquí por que tratamos el asunto muy breve mente, y por otra parte, ya es bastante conocida del público.

 Los expedición de Oria y los hermanos Vivaldi —genoveses—que según parece no aportó a las Canarias, es curiosísima como una entre varias otras pruebas de que la empresa de Cristóbal Colón fue intentada diferentes veces. En efecto, desde antes de los tiempos de Colón se buscaba el paso a las Indias por el Oeste, paso que se esperaba facílitaría mucho el comercio con aquellas regiones, y promovería el descubrimiento de nuevos países. Navegando siempre hacia Occidente, se decía, había necesariamente de hallarse tierra, y los que sabían que nuestro planeta es esférico, no dudaban que se llegaría a la India por esta nueva vía. No era tanto la ciencia como el valor o ánimo, lo que se necesitaba para acometer tamaña empresa, intentada sin fruto diferentes veces, y cuando por último Colón y Pinzón la realizaron, ignoraban que habían descubierto un nuevo Continente, y le tomaron por las Indias, esto es, por una parte del Asia, y por ello le llamaron Indias occidentales.

 Oria, Vivaldi y tantos otros no fueron tan felices, aunque igualmente animosos. Es más, algunos expedicionarios se asegura llegaron antes que Colón a las Américas; pero o no volvieron, o se perdió casi la memoria de sus atrevidas empresas, que después fueron puestas en duda, y hasta reputadas fabulosas. No hablamos aquí de otros viajes que fueron debidos a la casualidad, como el conocido del piloto español Alonso Sánchez de Huelva.

 Sin embargo, el itinerario que siguieron los citados genoveses, precursores de Colón y de Gama es bastante problemático; pues se dice por varios autores que su proyecto fue solamente doblar el cabo de Buena Esperanza o de las Tempestades, y encaminarse por allí a la India. Sea de esto lo que fuere, es constante que en diferentes tiempos se intentó por los genoveses, venecianos, Catalanes y mallorquines, durante la Edad Media, pasar a las Indias por el Oeste; y que lo mismo puede decirse de los «árabes, cuando dominaban en la península Ibérica, y después de ellos los castellanos, vizcaínos, lusitanos y otros pueblos de la misma península.

 Otro día terminaremos estas apuntaciones con un breve relato de otras expediciones y. viajes por el Atlántico, posteriores a los que acabamos de citar; concluyendo hoy con una observación, cuales que el número infinito de islas que los autores árabes suponen en este mar, ha parecido exagerado a varios autores modernos, por que no se han fijado mas que en las Canarias, Madera y Puerto Santo—con sus islotes adyacentes,—las Azores y algunas otras; pero hay que tener en cuenta que los árabes hablan de todas las islas del Océano occidental, y cuentan naturalmente en ellas el grupo innumerable de las Británicas, que aun otros autores que no son árabes no han podido contar o enumerar.

                  

                                                                                            R. GARCÍA-RAMOS

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